
I: Introducción a las consecuencias
Historia
Todos debemos recorrer nuestra propia senda, encontrar nuestro camino. Cada paso que avanzamos es propio de las vidas que llevamos, de las elecciones que tomamos. Y, aun así, estamos relacionados. Todos lo estamos. Por nuestras elecciones, por sus consecuencias, por el puro azar y por los pasos que damos y las decisiones que tomamos. Nuestra vida define la persona que fuimos, la persona que somos, la persona que decimos ser y la persona que esperamos ser; las fases de nuestra existencia singular. O eso nos decimos, perdidos como estamos en nuestra propia historia. A decir verdad, no existe un "yo", una existencia singular. Nunca lo ha habido y nunca lo habrá. Ni un tú, ni un yo. Ni tu escuadra ni tus amigos. Ni tus aliados ni tus enemigos. Todas las vidas se mueven, y colisionan, con otras vidas, para bien o para mal, para formar el todo de una existencia (¿de las existencias?). Me ha costado mucho tiempo comprender esto: nadie está solo. Llamo a esto "el primer discernimiento"… Es una especie de chiste privado. Pero creo que lo cogerás. De hecho, estoy seguro de ello. Por eso te escribo. Por ello, después de toda una vida apartado del plan universal, me juego todo lo que soy en una simple apuesta… tú eres diferente. Eres mejor. Mejor que yo. Mejor que ellos, aquellos que tientan a la oscuridad. Eso es lo que quiero, lo que necesito que entiendas. Que tu senda no solo te pertenece a ti, que la compartes, que tiene un impacto. Que tiene consecuencias y deja una estela, tan obvia como invisible. Y el camino que estás recorriendo ahora es… preocupante. Para ti mismo, te des cuenta de ello o no. Y, lo que es más importante, para los demás. Para aquellos en los que puedes influir, en los que influirás. Colisiones venideras, nuevas sendas inimaginables. Impactos colaterales que van más allá de la estrechez de miras de tu propia vida. ¿Has pensado en ello? No pretendo influir en ti, tú encontrarás tu propio camino, y suspenderé todo juicio hasta que sea necesario. Lo pregunto porque nos empleamos a fondo cuando pensamos en las repercusiones de nuestras intenciones… buenas o malas, grandes o pequeñas. Eso es todo cuanto pretendo, aquí y ahora… Que pienses. En las acciones que dejas atrás. Y en las que están por venir. ¿Quién dices ser? ¿Quién esperas ser? ¿Y cómo se expanden las ondas de estas respuestas para tocar las vidas que te rodean? Piensa en tu vida y en tus actos. Y no dejes de avanzar. Yo te ayudaré en lo que pueda, con los conocimientos adquiridos de toda una vida persiguiendo esos mismos peligros con los que coqueteas. Y, aunque nunca nos conoceremos (nuestros caminos se cruzarán a lo lejos mientras cada uno intenta enfrentarse a todo lo que nos impulsa), nuestras vidas nunca serán las mismas. Me llamo Shin Malphur. Y creo que tú, guardián, eres la esperanza de que todo lo que me contaron fuera mentira. —S.

II: Por miedo al héroe conquistador
Historia
Una vez conocí a un hombre. Algunos dicen que era un monstruo, y, durante mucho tiempo, estuve de acuerdo con ellos. Me niego a honrarlo más con el poder que implican tales etiquetas. "Monstruo", "bestia", "otro". Terrores pensados para asustar, para debilitar, para controlar. No hay monstruos, solo seres destrozados e incomprendidos. Que siguen siendo aterradores, claro, pero son cognoscibles, conquistables, indignos del poder que tienen. Este hombre, vestido de negro y contrahecho por el peso de sus pecados, presumía de usar la esperanza como un arma, de ofrecerla como una muleta, de un faro que él veía como una falsa promesa. "Nada muere como la esperanza", decía. Y estaba en lo cierto. La pérdida de la esperanza duele como nada. Pero también sabía algo más… una verdad que no compartía con nadie, una verdad enturbiada por sus palabras y sus actos y la adusta amenaza de su presencia. ¿Y cuál era esa verdad? Que la esperanza es eterna. Puede que se desvanezca, puede que se pierda entre el dolor y el sufrimiento de la existencia. Pero siempre está ahí, en alguna parte. Oculta, quizá, a plena vista o muy lejos de cualquier mirada. Este hombre que ansiaba el miedo, que infligía su maldición a todo aquel que encontraba, dominó una vez el juego a vida o muerte que se convertiría en tu campo de entrenamiento. Veros a ti y a otros guardianes imponeros sobre vuestros camaradas campeones de la Luz me recuerda la facilidad con la que se dice que él acababa con sus rivales. Pero tú no eres como él, nadie lo es. Ni Lord Shaxx, ni el comandante Zavala, ni ninguna de sus "sombras", ni la nueva raza que luce su título como si fuera un honor. "Dredgen" significa "abismo". Es una lengua antigua, ni humana ni de la colmena. Una magia olvidada, otra capa más de incertidumbre y miedo que arropan a un malnacido para consolarlo de sus pecados. No quiere decir "nada". Es algo vacío, como lo es su camino. Y mientras disfrutas de tus victorias y te entregas a los fuegos competitivos del Crisol, te pido que reflexiones una vez más sobre ti… ¿Disfrutas del desafío o del dolor que infliges a tus "enemigos"? ¿Te deleitas en la emoción de enfrentarte a tus iguales en combate, poniendo a prueba los límites de tu poder? ¿O te regocijas con el placer de doblegar su espíritu? Reflexiona sobre las respuestas que encuentres. Búscate en la verdad de tus obras. ¿Eres un héroe o un conquistador? Uno puede valerse del otro, pero no al revés. Por si te sirve de algo, veo a ambos en ti. —S.

III: El fuego interior
Historia
¿Qué sentiste al dar caza al Cuervo, al perseguirlo por las enredadas zonas del Arrecife? ¿Y al dar caza a los barones, uno a uno, acechando a los asesinos que mataron a tu amigo? ¿Fue algo justificado? ¿O pura venganza colérica, impelida por una sed de "justicia"? Conozco la sensación. Es el sentimiento de pérdida, seguido por un agujero tan grande que no lo puedes llenar con nada más que con represalias. Yo he sentido ese agujero dos veces. La primera cuando todo lo que conocía se convirtió en cenizas. Yo solo era un niño. No había forma de saber cuándo terminaría aquel dolor, si es que alguna vez iba a hacerlo. Un hombre -Jaren, mi tercer padre- me ayudó a reconducir ese dolor. Me dio un propósito, me enseñó a cazar, me enseñó a sobrevivir, me enseñó lo que es la venganza. Me sentía bien, como si un fuego ardiera en mi interior. O eso pensaba. A decir verdad, lo de "bien" era solo mitigar el dolor, tapar la carga de mi pérdida cambiando mi meta. ¿Para qué estar triste? ¿Para qué venirse abajo? Cuando puedes dejarte llevar por la ira. Así que lo hice. Durante mucho tiempo. Después de que Jaren muriese, asesinado por el supuesto monstruo y su Arma del Dolor, lo odié durante mucho tiempo. Volvía a estar solo, perdido sin norte. Me sentí abandonado. Solo estábamos el agujero que me dejó el haber perdido todo cuanto conocía y yo. El hombre que destrozó mi vida dos veces -la primera al quemar Palamon, mi hogar, y la segunda al matar a mi mentor y figura paterna- aún caminaba por el espacio, pero yo solo era un joven furioso y asustado. La venganza -el fuego que ardía dentro de mí- era una carga, no un consuelo, porque me faltaba la confianza necesaria para ver más allá. Me pasé mucho tiempo enfadado… con el asesino que había obrado en las sombras, con Jaren por dejarme, con el mundo, conmigo mismo por perder el rumbo, con el fantasma de Jaren por no creer en mí. Mi rabia era lo que me definía, como ha pasado contigo. Durante un tiempo. Me pregunto si alguna vez te has parado a pensar en esto. La muerte de Cayde no ha sido el origen de tu agresividad reciente, sino un mero catalizador para darle rienda suelta. Es posible que esa segunda vida que llevas se haya visto impulsada por la venganza: venganza por la vida que perdiste antes de que volvieras como guardián por el mundo, por los mundos, que perdiste con el Gran Colapso. ¿De verdad combates para proteger y reclamar o has estado luchando todo este tiempo para vengarte? ¿Por qué luchas ahora? ¿Es tu rabia lo que te define? ¿Qué consecuencias tiene ello en caso afirmativo? ¿Y en caso negativo? La verdad, con el corazón en la mano. Pregúntate… ¿Por qué luchas? ¿No notas un fuego -o una chispa al menos- que se apodera de tu interior? -S.

IV: Algo nuevo
Historia
He dado caza a guardianes, lo sabes. He dado caza a guardianes en la senda que ahora recorres tú. No la misma senda, pues era su senda, pero en cierto modo se parecen. Algunos han descubierto lo equivocados que estaban antes que otros. No soy un asesino, pero he sacado las armas cuando lo pedía la necesidad. Prefiero la alternativa, prefiero medidas menos expeditivas. Pero he descubierto que casi todos los que escogen esta vida –una vida en busca de respuestas rodeados de sombras– rara vez comprenden el alcance de sus actos. Pocos reflexionan, pocos entienden realmente. He visto el daño que hacían quienes controlaban lo incontrolable. No pienso permitir que se repita. En la medida de mis posibilidades, lucharé contra la corrupción y plantaré cara a todos los que hagan caso a los rumores. Y, aun así, aquí estamos. Tú, un guardián de leyenda bailando cada vez más cerca del borde de un abismo. Y yo, alguien que se enfrenta a aquellos que tientan al destino así. Aunque, por primera vez, no he hecho ademán de detener la música. Esto es algo nuevo. El que tú y yo hayamos podido compartir estas palabras es algo nuevo… Hay algo en ti, tienes algo. No solo se trata de valor, eso viene y se va. No es solo poder… los mayores locos que he conocido también han sido los mayores guerreros. Eres curioso, pero tu curiosidad no es un arma, es una herramienta. Y, en algún lugar ahí dentro –donde se funden el coraje, el poder y la curiosidad– veo algo por lo que vale la pena arriesgarse. Así que adelante. Lucha por la Luz y haz frente a la oscuridad. Te estaré vigilando con el corazón henchido de esperanza. Pero que sepas que, si te extralimitas –ya sea porque las consecuencias de tus actos arrastren a inocentes a tu paso, ya sea porque tu camino vire ciegamente hacia la perversión de tu voluntad y los susurros se conviertan en tu verdad— yo estaré ahí para acabar con eso. Y acabar contigo. Pero tú ya sabías que iba a decir eso. Hazte cargo, no es una amenaza, simplemente es que las cosas son así. —S.

V: Ecos seguidos de silencio
Historia
He hecho cuanto he podido para ofrecerme como voz de la prudencia mientras tú seguías descendiendo por este camino. Tengo pocos hechos que ofrecerte, solo la experiencia… la verdad de mi ser. Pero te contaré otra verdad… Poco te he dicho que fuera nuevo. Cada palabra, cada pregunta, cada vez que te he implorado que reflexiones, te estaba llevando por un camino que tú ya habías escogido. Porque pensar en tus actos forma parte de ti, lo he visto. Y lo he oído… en el corazón de tus compañeros guardianes cuando hablan de tus hazañas… de tu valor, de tu integridad. Puede que estés caminando por el filo de la perdición, pero está en tu corazón mismo ser un guerrero justo y noble. Si he sido en alguna medida responsable de hacer que pienses más en las personas y los mundos que te rodean… Si he ayudado a detallar mejor cuanto eres y cuanto eres capaz de ser… Genial. Pero todo, absolutamente todo, ya está en tu interior. No se trata de darte una charla de motivación, no se trata de alimentar tu ego de héroe. Digo esto porque sé cosas que tú desconoces… por experiencia. Ahora mismo, imagino que te estás cuestionando tu verdadera naturaleza, "¿Quién es este «renegado» que se atreve a definirme? ¿Definir mis ideas? ¿Mis acciones?". Es posible que te hayan avisado sobre mí, es posible que estés un poco asustado. Al fin y al cabo, "el hombre del Arma dorada no se lleva bien con los demás". Dejo todas esas sandeces para ti. Pero, si se me permites unas breves palabras en defensa de mis intenciones… Si buscara algo que no fuera lo que más te interesa, esta conversación habría sido con plomo, no con palabras. Y habría sido la última que tuvieras. Y, aunque tienes pensamientos oscuros y no eres ningún santo, todos distamos muchos de ser puros. No es la falta de pecado la que nos hace mejores, es que lo mejor de nosotros siente el peso de nuestros actos y no sucumbe… a ese peso, a la tentación. Y yo sé algo que tú no sabes… un secreto. Los cómos y porqués no importan… eso lo dejamos para otro día. Pero que sepas esto… Cuando toques fondo, cuando la esperanza se haya desvanecido y estés solo en el mundo, dentro de tu cabeza; cuando las adversidades te abrumen y la desesperación haya hecho mella, recuerda tu fuego. Siempre está ahí. Una vez provocado, una vez la ira… el miedo… hayan prendido la mecha, la llama permanecerá ahí siempre… como un faro señalando a la eternidad que tú estás aquí y que aquí seguirás, por muchos obstáculos que haya. Y, al final y si así lo quieres, no habrá susurros ni sombras que te salven… esa corrupción solo busca cebarse. No… Serán tus primeras palabras en alto, y las últimas que oigan tus enemigos. No cuestiones el momento. Es mi único y mejor consejo. Mantén el control y habla con claridad. Los ecos seguidos de silencio explicarán la historia y tú siempre tendrás la Última Palabra. —S.

VI: Un regalo y un toque grisáceo
Historia
¿Te ha llegado el arma? ¿Se amolda bien a tu mano? Pocos pueden prender su fuego, pero cualquier renacido de la Luz puede llamarla por su nombre. Ese es un secreto que estoy obligado a mantener. Pero que sepas que te la has ganado, y que lo has hecho de verdad. El cañón que tienes en las manos es tuyo, pero no es una réplica… es un regalo de un amigo. Hace tanto tiempo que doy caza a los agentes de la Oscuridad que ya no recuerdo. Desde mi niñez hasta ahora… no de manera constante, no siempre, pero es lo que me define, más que cualquier otra cosa. Hace tiempo que está claro qué es lo que me mueve: busca la sombra y te quedarás sin futuro, busca la oscuridad y acabaré contigo. No es algo personal… ya no, aunque es innegable que empezó siéndolo y siguió siéndolo hasta un día, en una cresta solitaria. De momento, ya has escuchado la historia… la balada de Jaren Ward y su Última Palabra, de Dredgen Yor y de Palamon… Durga, Velor, el Canal del Norte, de Thalor y Pahanin, de nuestra persecución y de la muerte de Jaren, de la Cresta del Menguador y de mi enfrentamiento final con el hombre que quiso ser un monstruo. Es una historia muy larga y no me apetece volver a ella, ya no. Sus capítulos son muy viejos. Estamos escribiendo una nueva, tú y yo, un acto final para mí, un comienzo inesperado para ti. Mi vida siempre ha sido cuestión de absolutos. Hay Luz y hay Oscuridad, y yo me he propuesto defender contra la corrupción susurrada de la llamada de la sombra. No conozco terreno intermedio, aunque es posible que siempre haya sabido que este existe. Además, he visto a tantos "héroes" tentar ese destino siniestro y las terribles consecuencias nacidas de su ignorancia, de su orgullo, de su egoísmo. He acabado con muchos de ellos, más de los que cree nadie, más de los que jamás confesaré. Al verte, al observarte no tengo la sensación de haber errado en mis actos. Pero ahora sé que estaba equivocado en mi suposición principal… en mi idea más importante. Para mí era todo blanco o negro… bien y mal. En ti, veo una luz cegadora, veo a un héroe entre héroes, veo brillar la esperanza que inspiras. Pero también veo, por primera vez, quizás, repito, quizás, un poquito de gris. Y, con él, la terminación de los últimos ritos y las palabras finales. -S.