
Tiempos más tranquilos
Historia
Hace ya tiempo que conozco a Zavala. Fue uno de los primeros en darme la bienvenida cuando llegué a la Torre años atrás; aunque "dar la bienvenida" puede sonar demasiado agradable, pues conlleva cierta amabilidad y cordialidad, y, Zavala, para los que no se hayan topado con él, no es precisamente la alegría de la huerta. Es una lástima, porque parece que La Guerra Roja lo volvió aún más insensible, aunque supongo que a todos nos afectó de algún modo u otro. En fin, esa primera toma de contacto con él no me dejó muy buen sabor de boca. Odio admitirlo, pero, desde entonces, siempre traté de evitarlo, aunque, en ocasiones, resultara imposible. Poco después de conocerlo, celebré la Aurora en la Torre por primera vez. Todo el mundo estaba de buen humor y fue estupendo ver cómo la gente a la que había cogido aprecio hacía por sonreír y brindar con los demás. Recuerdo que Tess y yo acabábamos de terminar de decorar un poco cuando ella tuvo que marcharse y vi a Zavala caminar hacia mí. "Ay, no", pensé, "este tipo no". Se aproximó igualmente, de modo que sonreí y le deseé una feliz Aurora, porque sí que quería que le fuera bien. A veces, las personas más serias son quienes ocultan los corazones más tristes. Él me respondió de igual forma y, entonces, pasó algo inverosímil: ¡sonrió! Intercambiamos breves cortesías y… no recuerdo qué dije para dar pie a esto, pero, en fin, me respondió "¡Ah, eso me recuerda a un chiste!". ¡Un chiste! Al principio pensé que no lo había oído bien, pues nunca me pareció que el Vanguardia de titanes fuera de andarse con bromas. No obstante, me di cuenta de la postura mucho más relajada que había adoptado en cuanto comenzó a contar su historia. Parecía que el espíritu de la Aurora había embargado incluso a aquel hombre impasible. Ya solo recuerdo algunos fragmentos del chiste; creo que tenía que ver con un guardián y un capitán caído… Lo que sí recuerdo con total claridad es que se trabó al comenzar y tuvo que empezar de nuevo. Le ofrecí una sonrisa de lo más alentadora para que se animara y prosiguió con el chiste más largo e incómodo que he escuchado en mi vida. Eso sí: lo disfruté desde el principio hasta el final. En serio, nada me habría hecho más feliz en ese momento. Me reí a carcajadas con Zavala y habría jurado que él irradiaba pura felicidad. Pocas cosas hay más bonitas que ver cómo se retira una coraza tan pesada. Lo admiraba tanto en ese momento que pudo superar todos los límites que se había impuesto. Recuerdo que deseé poder llegar a sentirme a mi manera tan valiente como él algún día. Por primera vez, no lo respeté por ser uno de los líderes de la Ciudad; por primera vez, sentí un aprecio real y auténtico por Zavala como persona y como amigo. Desde entonces, siempre lo he tenido en alta estima. --- Gjallarchurros: Mezcla caña de éter y explosión deliciosa, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

La tradición es superior a ti
Historia
Cuando Tess me contó que los androides habían organizado la Aurora en la nueva Torre mientras yo me encontraba en la Villa, pensé que cómo pudieron hacerlo sin mí. Entonces, me dije a mí misma: "Eva, estas tradiciones son superiores a ti. Viven en los corazones y las mentes de las personas que las han ido transmitiendo de generación en generación". Ahora, estoy de vuelta en la Torre ayudando a que esta celebración de la Aurora sea la mejor de la historia y yo misma mantengo una tradición que no tengo más remedio que repetir año tras año: le pido a Ikora que prepare el cristal de la Aurora e insisto hasta que lo haga. Le pido que haga un hueco en su agenda para hablar sobre los adornos, pero sé que está siempre muy ocupada con asuntos importantes de la Vanguardia. Es por ello que, cuando me aproximo a su habitación y oigo murmullos, no entro sin más, sino que me acerco con discreción. Ikora susurra y parece casi enfadada. "¡¿Adornos de la Aurora?! No tengo tiempo para frivolidades…". Una voz masculina responde: "No son «frivolidades». La gente lo necesita. Comprendo que sea duro para ti al tratarse de la primera Aurora sin Cay…". "Cállate, Ophiuchus. Ya basta". No consigo ver con quién habla Ikora ni reconozco su nombre, pero las palabras de la Vanguardia denotan virulencia. "Tengo otros asuntos de los que ocuparme. ¿Qué me dices de los últimos informes sobre la Costa Enredada? No sé qué pensar. Y mis Encubiertos han avisado de que se avecinan problemas más cerca de nosotros…". Observo cómo su mirada recorre el pasillo principal hasta llegar a un aislado rincón con una puerta entreabierta. "Sí, Ikora, pero…". "Y seguimos sin noticias de Osiris. Tampoco es que tuviera esperanzas, pero…". Niega con la cabeza. "Con todos mis respetos, ¿por qué no te pones en contacto con él?". "Podría hacerlo, pero no tengo tiempo para…". Hace una pausa. "¡Eva Levante!". Me esfuerzo por pisar fuerte y hacer sonar mi manojo de cristales de la Aurora conforme entro para que no sospeche que estaba escuchando a escondidas. Ikora me observa de brazos cruzados. Su Espectro revolotea a la altura de su cabeza, emitiendo zumbidos de alerta. "¡Feliz Aurora, Ikora Rey!", entono. A juzgar por mi enorme sonrisa y la determinación con la que le extiendo mis diseños para que elija, sabe que acabaré antes si acepta. Ella respeta nuestra tradición, así que, pese a negarse un par de veces, a la tercera termina cediendo. "Vale, Eva, vale". Sin embargo, no cree que el cristal tenga relevancia y esquiva mi mirada, pero su Espectro me guiña el ojo. El diseño que promete elaborar es exquisito. Acordamos volver a vernos cuando lo haya terminado. Voy a buscarla al bazar mientras hago recados con mi ayudante Malia. ¡Cuántas obligaciones de última hora! Cuando nos acercamos, Ikora y su Ophiuchus están reunidos. Ella no para de negar con la cabeza. Aun así, alza los brazos y, de repente, un enorme cristal de la Aurora emerge en los cielos sobre la Torre, como un millón de diamantes suspendidos en el aire. Malia se queda con la boca abierta; nunca había estado tan arriba en la Torre ni había visto el cristal de la Aurora de cerca, solo muy lejos desde la Ciudad. De la impresión, deja caer todos los paquetes que lleva encima. La Vanguardia de hechiceros la ayuda a recogerlos y los va apilando hasta que se da cuenta de que Malia sigue petrificada, de rodillas, observándola a ella y a sus manos, que habían creado luz de la nada. El rostro marcado de la pobre chica se baña de lágrimas que no cesan de brotar, por mucho que se seque con la manga. La familia de Malia escapó de la Ciudad durante la Guerra Roja y, pese a que sobrevivieron y vuelven a tener un hogar, sus vidas casi siempre han estado privadas de buenos momentos. Malia le toca el brazo a Ikora y articula con los labios un agradecimiento. Se pone roja al instante. Entonces, me arrodillo yo también —cada vez con más lentitud hoy en día— para recoger los paquetes de Ikora; todos menos uno con un lazo dorado y estampado con un ojo abierto envuelto por un sol. Asiento conforme lo coloco sobre sus manos. Entonces, escucho al Espectro de Ikora susurrar "Te lo dije", a lo que Ikora responde "Cierto". --- Agujeros de donut del Viajero: Mezcla aceite cabal y destello de inspiración, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

La Aurora antes de la Aurora
Historia
Amanda me contó una vez que su madre, Nora, formaba parte de un pueblo del desierto que procedía de un lugar muy lejano. Se había pasado la vida como nómada desde que era una cría, en ocasiones con poco más que un mapa garabateado y su característica escopeta. No echaba en falta gran cosa, salvo rodearse de su gente. Nora conoció al padre de Amanda en un pueblo casi fantasma y, cuando le habló de la Última Ciudad segura, este la siguió. Solo se tenían el uno a la otra. Recogieron a algunos refugiados por el camino y perdieron a otros tantos. Entonces, tuvieron a su preciosa hija. Debió de ser una travesía muy larga: en primer lugar, con un bebé; más tarde, con una cría. Pese a todo, siguieron creyendo. Tenían esperanza. Siguieron adelante. Amanda me habló de una Aurora en concreto que vivieron en medio de la naturaleza. Habían empezado a relacionarse con otra familia que tenía una hija un poco mayor que Amanda: Lucia. Eran unos compañeros de viaje muy agradables. Se vieron sorprendidos en medio del bosque por un viento aullante, una tormenta que se avecinaba y ramas volando por los aires: se dieron cuenta de que tenían que resguardarse. Se toparon con una lanzadera siniestrada, así que improvisaron un cobertizo con una de las alas y un revestimiento destrozado, y allí refugiaron a las dos niñas y los adultos en la zona seca que quedaba bajo el casco oxidado. Entonces, la madre de Amanda dijo: "Vamos a tener que quedarnos aquí un tiempo, así que tenemos que hacer algo para levantar los ánimos". Envió a los adultos a buscar comida y bebida, además de algo con lo que mantenerse secos. El padre de Amanda regresó con plantas de hojas grandes para usarlas como colchas, mientras que sus compañeros trajeron petacas llenas de agua, unas frutas espinosas y un buen puñado de verduras silvestres parecidas a pepinos. Esto, sumado al pescado seco que llevaban en las mochilas, les sirvió para preparar todo un banquete. Mientras los adultos trabajaban, Lucia rizaba las pieles de la fruta para formar florecillas; Amanda, sin embargo, no dejaba de mover los pies, inquieta. "Haz algo útil; prepara algún adorno", la apremió su madre, que le pasó cables, tuercas, tornillos y la placa de un circuito lleno de lucecitas. Lucia se acercó de un brinco con una batería antigua en la mano. Juntas prepararon pequeñas guirnaldas a partir de unas bombillitas y Lucia le enseñó a Amanda a conectar los cables a la batería para hacer que se encendieran. Lucecitas brillantes en la oscura inmensidad del bosque. Amanda me habló de la fruta, de sabor amargo y pulpa suave y blanquecina. Me contó que cantaron canciones inventadas sin letra alguna, solo tarareando y aporreando las paredes metálicas de su refugio para crear ritmos. No sabe de qué fruta se trataba. Puede que ya no exista. En cuanto a la otra familia, su camino se separó del de la familia de Amanda. Más tarde, los padres de Amanda… perecieron, como muchos otros de camino a la Última Ciudad segura. No obstante, Amanda Holliday sigue elaborando sus lucecitas con piezas de repuesto y sobrantes para decorar su taller. Lo hace cada Aurora. --- Galletas espaciales de chocolate: Mezcla aceite cabal y sabor nulo, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

La sensación es lo que cuenta
Historia
No hay duda de que algunos habitantes de la Torre llevan mucho tiempo asentados. Los guardianes, los exos, el anciano Señor de Hierro… todos ellos han vivido una Aurora tras otra. Incluso antes de que la Torre empezara a celebrar la festividad como la conocemos hoy en día, había quienes siempre la festejaban con ceremonias similares de luz y esperanza. En ocasiones, estos recuerdos se entremezclan, pero la sensación… la sensación persiste. Durante esta Aurora -no sé si la semana pasada o la anterior; no me acuerdo ni de eso, ¡ja, ja, ja!- uno de mis proveedores me dijo que le había enviado dos de mis paquetes al armero por error, de modo que fui a ver a Banshee-44 para solucionarlo. El exo me indica que no tiene constancia de ninguna entrega, aunque me reconoce, y me doy cuenta de que sus ojos se vuelven un poco más brillantes. "Tiene que ser por la Aurora", masculla antes de dirigirse hacia unas estanterías de la trastienda. Acto seguido, vuelve con dos enormes cajas. "¿Son estas?", me pregunta. Abrimos la primera de ellas. Dentro hay una antiquísima caja de bombones, diferentes kits portátiles de limpieza de armas, un ejemplar de "Cazador del corazón" (conozco la novela, pero no es para todos los gustos), un collar con una bala como colgante colocado meticulosamente en una cajita y montones de tarjetas de felicitación de la Aurora. Niego con la cabeza suavemente. "¡Son regalos que la gente te ha hecho a ti por la Aurora, Banshee!". El armero parpadea un par de veces. Entonces, cierra la caja -me preocupa que no haya tirado los bombones; puede que lo haga el año que viene-, dirige su atención a la otra que hay sobre el mostrador y levanta la tapa. Está llena de regalos de la Aurora envueltos en papeles de colores brillantes y atados con lazos relucientes. Algunos van en cajitas diminutas, pero otros contienen armas, sin duda. Todos están etiquetados escrupulosamente. "Creo que estos son los regalos que vas a darles a tus amigos este año, ¿no?", le pregunto con un guiño. Banshee asiente brevemente mientras revela las etiquetas para leerlas. Veo que algunas tienen instrucciones detalladas. El exo se encoge de hombros. "Tengo la costumbre de escribirlo todo. A veces… a veces, se me olvidan las cosas", afirma mientras hace un gesto como para alejar ese pensamiento. "Ya veo". "Sigo necesitando mi mercancía, ya sabes, las cajas que venía a recoger", le recuerdo. Banshee inclina la cabeza un segundo y luego levanta un dedo. "Ah, ya sé dónde están". Antes de que recoja sus cajas, doy unos golpecitos sobre las tapas. "Deberías etiquetarlas: «Regalos antiguos de la Aurora», «Regalos nuevos de la Aurora para entregar»". Asiente y garabatea sobre las cubiertas. "Nunca me olvido de mis amigos en la Aurora", me asevera mientras me entrega mis paquetes. "Me alegro mucho. ¡Feliz Aurora, Banshee!", le respondo mientras me despido tocándole el brazo. Espero que se acuerde de tirar esos bombones. --- Flan telemétrico: Mezcla leche vex y aerosol de balas, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Nuestras decisiones nos definen
Historia
A veces, cuando me enfrento a algo aterrador, pienso en las personas más fuertes que conozco y saco fuerzas. Suraya Hawthorne es una de esas personas. Sé que su brusquedad puede resultar desagradable, pero lo hace adrede. Una vez superada esa barrera, hay mucho que aprender. Quedó huérfana cuando era solo una niña y fue cuando Devrim y Marc decidieron acogerla. Sin duda, creo que tenerlos a ellos como modelos a seguir fue en parte lo que la hizo tan fuerte. La criaron con los preceptos de que tuviera seguridad en sí misma e hiciera siempre lo que considerara correcto… aunque fue eso precisamente lo que provocó que tuviera que abandonar la Ciudad. Según cuenta Suraya, un día llegó a casa y se encontró con Marc y Devrim esperándola sentados a la mesa de la cocina. Le pidieron que se sentara y le preguntaron si tenía algo que contarles. Ella agitó la cabeza: "No". Marc volvió a preguntar, pero Suraya se mantuvo en silencio, de modo que le dijo que el ejecutor Hideo se había pasado por casa. Ella le preguntó cómo estaba. "Ya sabes cómo está", le respondió Devrim. "Cuéntanos lo que ha pasado". "Puso la cara en medio", respondió. Marc respiró hondo y le explicó que Hideo les había dicho que la había pillado robando suministros esa mañana. Le preguntó si tenía algo que decir al respecto. Parecía que no. Le recordó que robar suministros y romperle la nariz al líder de una facción eran formas estupendas de que la expulsaran de la Ciudad. Entonces, Suraya no pudo contenerse más y casi expuso sus motivos a voz en grito: "Las facciones no se preocupan por la gente que necesita suministros y alimentos, gente que no puede jurarles lealtad porque está demasiado ocupada haciendo lo posible por sobrevivir". Quería ayudarlos, de modo que robaba suministros de la Nueva Monarquía de cuando en cuando. "¿Y qué ha pasado con Hideo?", le preguntó Devrim. Suraya hizo un gesto de exasperación y explicó que, cuando la descubrió, Hideo empezó a decirle todo tipo de cosas horrendas: que no valía nada, que era despreciable, etc. Devrim estaba de acuerdo con que Hideo era… bueno, no voy a repetir sus palabras, pero se entiende si lo resumo en "una persona desagradable". No obstante, tenía mucha influencia e insistió en que había que castigar a Suraya, y de forma estricta. En ese momento, Suraya se percató de algo. Me dijo que ahí se dio cuenta por primera vez de que quería marcharse de la Ciudad, que puede que ese fuera uno de los motivos por los que había golpeado a Hideo. Se lo contó a sus tutores y estos no podían creérselo. Se mantuvieron un rato en silencio. Entonces, Devrim rompió el silencio: "Bueno, pues vamos a preparar el equipaje". "No", dijo ella, "ni en broma". No pensaba dejar que sus decisiones afectaran a las personas que la habían acogido y cuidado. No tenían la culpa. Ah, y vaya si discutieron. Según cuenta ella, se enzarzaron en una conversación larguísima hasta que, al final, se encogió de hombros y dijo: "Si venís conmigo, pienso escaparme". Supuso que entendieron que no era ningún farol, puesto que empezaron a hablar en un tono fatigado y preocupado, argumentando por última vez. Suraya se mantuvo firme. "No pienso haceros sufrir por mis decisiones". ¿Qué podían hacer ellos? Les preguntó cuándo debía marcharse. Marc dijo que podría distraer a Hideo durante uno o dos días mientras trazaban un plan. Su voz se volvió firme de nuevo y dijo: "Tendrás que ir a un lugar lo bastante cerca para que podamos ir a ver cómo estás siempre que queramos, al menos de momento. Eso no es negociable". Marc no tenía poder alguno de negociación, claro está. Aun así, Suraya aceptó. Permaneció muy cerca de la Ciudad durante algo más de un año antes de despedirse en condiciones y aventurarse más lejos. Suraya Hawthorne encarna, en mi opinión, la idea de hacer lo correcto sin importar las consecuencias. Sabía que lo correcto era ayudar a las familias en apuros; sabía que lo correcto era no hacer sufrir a Devrim y Marc; y sabía que lo correcto era no irse demasiado lejos para que no se preocuparan. Este es el tipo de valentía que siempre he admirado. --- Alpiste elixni: Mezcla caña de éter y toque personal, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Segunda familia
Historia
Ay, Devrim. ¿Acaso hay alguien que conozca a Devrim y no lo adore? Siempre atento a los demás y ayudando a todo el que lo necesita. Me crucé con él varias veces después de volver a la Villa. Solía pasarse de vez en cuando para ver si todo iba bien y asegurarse de que estábamos perfectamente; hasta nos sentamos a tomar té algunas veces. Un alma sincera y bondadosa. Hace falta más gente como él, sin duda. Hablamos en muchas ocasiones sobre la guerra e intentó convencerme por todos los medios de que me armara. "Ya has visto lo que hay ahí fuera", me solía decir, como si se me hubiera olvidado. Discutimos sobre ello en repetidas ocasiones. Yo le argumentaba que mis tareas no precisaban de enfrentamientos físicos y que era algo que buscaba a propósito. Mi mejor manera de contribuir era otra, y no pensaba cambiar. Recuerdo una conversación en concreto en la que Devrim estuvo de lo más insistente. "¡Eva!", terminó diciendo, probablemente más alto de lo que pretendía. Cuando me miró a los ojos, su mirada se mostraba apremiante, casi furiosa. "No estamos ante una situación hipotética. Ya has tenido que defenderte en el pasado; lo lógico es que vuelvas a tener que hacerlo. Los cabal no van a rendirse y no son nuestra única amenaza. Mira que saber todo esto y ni siquiera intentar protegerte… Menuda irresponsabilidad". Sí, he tenido que defenderme; y sí, me pareció horrible. "Devrim", comencé con voz suave pero firme, "la guerra, las armas, el caos… Prefiero no ser partícipe. Ya he visto suficiente. Si vuelven a por mí, y sé que es probable, pues que así sea. Prefiero participar en las curaciones, en la reconstrucción. ¿Acaso eso no nos hace falta?". El bueno de Devrim paró al fin de suplicarme, aunque nunca dejó de visitarme, claro. Viejas costumbres, como suele decirse. No obstante, cuando por fin regresé a la Torre, ¿qué creéis que me aguardaba? El festival de la Aurora acababa de comenzar, y la administración me había guardado un paquete. En el interior había una preciosa pistola de diseño ornamentado y colorido clásico junto a una nota. Era de Devrim, cómo no. Al principio me indigné: ¡después de tantas discusiones!… Me entraron ganas de deshacerme de ella sin más. No obstante, leí la nota. "Querida Eva: Me dio mucha pena enterarme de que dejabas la Villa después de todo, pero me alegra saber que estarás rodeada de buenos amigos. Por ello, y ante la atmósfera festiva de la Aurora, he querido hacerte este regalo. Esta arma ha pasado por mi familia a lo largo de generaciones. Es una reliquia de la familia Kay, así que, antes de que te deshagas de ella, has de saber que no dispara. He pensado que podía tratarse de un bonito término medio y espero que lo aceptes. Espero que te cuiden bien en la Torre, amiga. Devrim". Leí la nota un par de veces más, y luego la plegué y me la guardé en el bolsillo. Volví a contemplar la preciosa reliquia —un símbolo de amistad, de familia— y reflexioné sobre el hecho de que, a pesar de todo, había conseguido volver a descubrir ambas cosas. --- Dulce caballeroso: Mezcla caña de éter y sabor perfecto, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

La Aurora en océanos tormentosos
Historia
Cada vez que llega la Aurora, recibo montones de tarjetas de felicitación de mis clientes. Las que más aprecio son las que cuentan historias sobre cómo la gente de diferentes lugares de nuestro sistema solar celebra esta festividad. Una de mis cartas preferidas es de una clienta con la que solo traté en una ocasión: Lady Sloane, Nacida de Piedra, que me escribió desde Titán, una de las lunas de Saturno. "Estimada Eva: Feliz Aurora. En primer lugar, muchas gracias por el envío. Todo lo encargado llegó en perfectas condiciones, y el pollo estaba empaquetado de forma magnífica (luego ahondaré en esto). Intentamos decorar las barandillas de la parte exterior de nuestro centro de mando con guirnaldas, pero los caídos han estado usando las luces a modo de diana. Supongo que el año que viene nos haremos con más y decoraremos la sala de descanso en su lugar. Además, un par de farolillos de la Aurora salieron despedidos por el viento; la verdad es que el buen tiempo brilla por su ausencia en estos océanos de metano. Los guardianes que han estado ayudándome en Titán mencionaron que te gusta oír hablar sobre las tradiciones de la Aurora que se practican fuera de la Ciudad, así que ahora vas a conocer cómo la celebramos en esta nuestra luna. Este año he permitido que el equipo dejara el trabajo antes de tiempo, a las 16:00 horas, y yo me tomé una hora libre para que pudiéramos disfrutar de una velada de la Aurora en el centro de mando. El Mirador de la Sirena cuenta con una panorámica impresionante de las olas y las plataformas flotantes, de modo que juntamos las mesas de la sala de descanso formando una hilera y observamos el horizonte mientras compartíamos un banquete. Puesto que la sala está expuesta a los elementos —la ventana de cristal lleva tiempo rota, pero repararla no ha sido una prioridad—, Del y Ari tuvieron que abrigarse bien, y nos vimos obligados a sujetar el mantel con trozos de metal. La estampa no era la peor que he vivido. Eva, fue la mejor comida que he probado en años. El pollo estaba delicioso. Todos pudimos probar un pedazo. Troceamos nuestras raciones de proteínas en formas divertidas y, en cuanto tu caramelo se calentó lo bastante como para poder masticarlo, fue una delicia. También intercambiamos regalos de la Aurora. Hubo alguien que me bordó una «cita inspiradora» para que la colgara en mi habitación («¿Dónde está mi baliza?»; es una broma nuestra). Herramientas apañadas, munición pesada, calcetines gruesos… estos son los regalos que nos damos por aquí. Puede que no sirvan para impresionar a la gente acostumbrada a la Aurora de la Torre, pero, para nosotros, son esenciales. Cuando nos dimos las manos más tarde, ya fuera en busca de calor o por cordialidad, llegamos a hablar de un modo que no habíamos vivido jamás. ¡Creo que nunca antes había compartido historias sobre mí misma! Conversamos sobre quiénes habíamos sido antes de la Guerra Roja, de dónde procedíamos e incluso adónde queríamos ir en el futuro. La vida no es sencilla en esta luna sacudida por la tempestad: un ligero zarandeo y te precipitas al vacío para siempre. Entre caídos, la colmena y los elementos, siempre estamos luchando por mantenernos con vida, pero, cuando nos sentamos a charlar en ese momento, nos sentimos vivos. Supongo que he escrito todo esto para darte las gracias, Eva, por recordarnos que, a veces, hay que detenerse un momento y disfrutar, pase lo que pase. Me parece muy inspirador. Atentamente, Sloane." Nunca he salido de la Tierra, y Titán se me antoja... muy interesante. Además, leer cómo esta festividad ha sido capaz de reunir a la gente en un lugar tan remoto me hace sentir que todos mis esfuerzos han valido la pena. Espero volver a ver a Sloane algún día. --- Galletas confitadas alcanas: Mezcla polvo de quitina y aerosol de balas, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Celebrar que estamos juntos
Historia
Había oído hablar antes de las naves de la colonia Éxodo. No recordaba gran cosa sobre ellas; simplemente era uno de esos nombres que se te quedan grabados de las clases de historia. Para ser sincera, se me habían olvidado por completo hasta hace poco, cuando unos guardianes me contaron que habían encontrado una siniestrada en Nessus y me explicaron lo que les había sucedido a sus Failsafes. Si no me equivoco, al principio eran una sola IA —la inteligencia náutica de la nave—, pero, con el tiempo, se terminaron separando. Me da la sensación de que una siempre está alegre y la otra siempre está triste. Esa no es forma de vivir para ninguna de las dos: esas cosas han de convivir en equilibrio. Ya sé que son ordenadores, pero me preocupo por ellas. Un guardián en concreto me contó que, en una ocasión, les habló a los Failsafes sobre el festival de la Aurora. Acababa de entregarles unos contratos y les comentó las ganas que tenía de volver a la Tierra para disfrutar de las celebraciones. Entonces, lo interrumpieron y le pidieron que explicara a qué se refería. ¡No habían oído hablar nunca de la Aurora! Dijo algo así como: "Se trata de una celebración invernal que combina diferentes tradiciones antiguas de la Tierra". Voy a intentar reproducir la respuesta a la perfección, ya que el guardián se jactó de lo bien que las imitaba. La más feliz dijo: "Según mi base de datos, el invierno terrestre tiene lugar cuando un hemisferio está orientado en dirección opuesta al sol. ¿Por qué celebráis la llegada del frío?". Entonces, la más triste añadió: "Yo no puedo sentir el frío, pero suena terrible". "Más bien celebramos que estamos juntos", respondió el guardián; lo cual me parece adorable, porque así es como yo lo he visto siempre también. Nos reunimos todos, comemos dulces y disfrutamos de la compañía. Las Failsafes le hicieron algunas preguntas más hasta que la más feliz dijo: "Si celebramos que estamos juntos, ¿cómo puedo participar yo en la Aurora? Estoy sola. ¡Es deprimente!". La triste añadió: "Yo no voy a celebrar nada con los caídos". Mi amigo guardián estuvo listo y le dijo: "¡Puedes desearle una feliz Aurora a cada guardián que llegue a Nessus para celebrarlo con nosotros! Nos encantaría". Eso pareció animarlas a ambas un poco, así que me alegro de que se le ocurriera. Al parecer, estuvieron practicando con él cómo desear una feliz Aurora durante casi una hora, así que supongo que se les dará de cine ahora. Ve a visitarlas si tienes la ocasión. Estar lejos de la Ciudad no debería impedirle a nadie disfrutar de una agradable Aurora. --- Pastel del Bosque Infinito: Mezcla leche vex y calor imposible, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Una historia admonitoria
Historia
"¡Eva Levante!". Ikora me agarró de la muñeca y se acercó para susurrarme. "Tengo que hablarte sobre Eris Morn". Ah, nunca olvidaré ese día. Por aquel entonces, yo andaba muy ocupada tratando de animar a la Vanguardia y a los demás comerciantes de la Torre de cara a la Aurora. A cambio, muchos acudían a mí con cualquier cosa relativa al festejo. Aun así, me sorprendió que la Vanguardia de hechiceros recurriera a mí, ¡sobre todo para hablarme de Eris Morn, nada menos! Puede que, a mi pesar, hasta me estremeciera por la sorpresa. "Te he visto hablando con ella mientras preparabas los adornos…". Lo que yo recordaba era que Eris me había estado hablando sobre abismos mientras yo trataba de colocar los farolillos, pero no quería decirle eso a Ikora. "Me preocupa", continuó, "parece deprimida". Miré a Ikora y aparté la vista al instante. A mi favor, he de decir que no se me escapó la risa. "Está todavía más malhumorada que de costumbre, y los técnicos de la Sala de los Guardianes empiezan a quejarse. Eva, ¿por qué no hablas con ella? ¿Por qué no… le pides que te ayude? Seguro que te vendría bien". Una idea terrible, pero, de nuevo, no podía expresar mi desacuerdo. En lugar de eso, sugerí: "Puede que tenga algún amigo o amiga —bueno, puede que no tanto como eso—, alguien con quien le guste hablar, alguien con quien tenga algo en común…". Perdí el hilo al recordar de quién estábamos hablando. No obstante, Ikora reaccionó: "Hay alguien a quien ella se dirige de forma voluntaria, un escriba de Gensym llamado Asher Mir. Él también es… bueno, es un auténtico erudito. Me pondré en contacto con él, a menos que tú lo conozcas, claro…". "¡No lo conozco!", respondí vivamente, "pero espero que funcione, porque quiero que todo el mundo disfrute de una feliz Aurora. Ahora, si me disculpas, tengo que hacer algunas entregas". Todavía no tenía confianza con Ikora como para apretarle el brazo en señal de despedida, de modo que hice un gesto con la cabeza y me escabullí. Sin embargo, cuando volví a cruzarme con ella más tarde ese mismo día… ¡Menuda mirada me lanzó! "He hablado con Asher, como sugeriste", musitó. "¿Y bien?". "Al principio refunfuñó. De hecho, parecía ignorar que la Aurora fuera a celebrarse. Pero se lo expliqué todo y, cuando le dije que… se vería con buenos ojos si le escribía una tarjeta de felicitación de la Aurora o iba a visitarla, me respondió que le escribiría. También comentó que tenía un regalo de la Aurora para ella". "¡Vaya, qué amable!". "No estoy tan segura", suspiró conforme sacaba un papel. Estaba doblado cuatro veces para formar una tarjeta de felicitación. No había nada en la cubierta, pero dentro ponía: "Eris, la Vanguardia de hechiceros me ha dicho que te anime con motivo de los festejos que se están preparando. Voy a aprovechar esta fortuita oportunidad para enviarte las notas de investigación que me pediste al respecto de las prácticas heréticas que se desarrollan en la colmena, por muy fingida que fuera tu petición. ¡Te deseo lo mejor para esta Aurora!". "Le has dictado tú esa última parte, ¿Ikora?". Se detuvo un instante antes de responder. "Sí". Me reí. "Bueno, será mejor que se la entregues. Yo no diría que un estudio sobre la colmena sea un obsequio típico de la Aurora, pero, bueno, es lo que le pidió". Ikora agitó la cabeza, fatigada, y se marchó. Más tarde, cuando me disponía a salir con mi última remesa de entregas, Ikora volvió a abordarme. "He ido a ver a Eris. No sé si está más animada, pero sí que me ha dicho: «Ah, sí, llevaba tiempo esperando estas notas. Muy bien». Hasta le ha escrito un mensaje de la Aurora como respuesta a Asher". Ikora me volvió a enseñar el mismo trozo de papel que el escriba había utilizado, pero, ahora, con un nuevo pliegue, decía: "Asher: Recuerda no sucumbir a los susurros como hacen los necios. ¡Te deseo lo mejor para esta Aurora!". Me encogí de hombros. La hechicera se aclaró la garganta. "Eris también me dio un regalo de la Aurora para que se lo entregara a Asher". "Al menos se está esforzando". "Bueno…". Ikora me llevó a un lado y sacó un pequeño paquetito tosco envuelto en tela. Empezó a desenvolver las capas de tejido con cuidado hasta desvelarlo: el regalo de la Aurora brillaba con un resplandor verde pálido. "¡No puedo darle esto!", bufó Ikora. "Podría simplemente…", miró a los lados en busca de testigos antes de proseguir, "… librarme de él, ¿no?". "Esto va más allá del protocolo de la Aurora", le respondí entre susurros. Asintió con mirada decidida. "No volveremos a hablar de esto". --- Pudin radiolario: Mezcla leche vex y sabor eléctrico, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Díselo con un regalo de la Aurora
Historia
Mis clientes no son los únicos que me mantienen ocupada. La gente me aborda constantemente en busca de consejo. A veces son del tipo "¿Este shader o aquel?" o "¿Me queda bien este distintivo?". Otras, del tipo "¿Debería organizar una fiesta de la Aurora?" o "¿Por qué tendría que ir a su fiesta de la Aurora?". Pero, en ocasiones, las preguntas son todavía más complejas. Una tarde, estaba aprovechando un momento de tranquilidad para organizar el revoltijo de rollos de papel de regalo, cuando oí que me llamaba una voz reverberante. ¡Menudo salto di! Se trataba de… cierto titán bastante conocido, y no hablo de Zavala, pero no voy a revelar quién era. Eva Levante no chismorrea sobre asuntos delicados. El hombre llevaba un arma fantástica, una intrincada ondulación creada a partir de diferentes piezas metálicas con una cuerda gruesa que conectaba los extremos. "Es un arco compuesto", me explicó al ver cómo lo observaba. "Dispara flechas". Levanté una ceja, desconcertada. Sobre el arma había colocado un enorme lazo de terciopelo rojo. Un arma bien acicalada. La inclinación de su casco y la forma tensa con la que agarraba el arma me hicieron pensar que algo no iba bien. Suspiré. No era la primera vez que me pasaba esto durante la Aurora. Supuse que estaba afligido y que la conversación iba a dar para rato. "¡Feliz Aurora, Torito!". (Por supuesto, este no era su nombre real, sino uno inventado). "Eva Levante. Dicen que hay que entregar un regalo de la Aurora cuando tienes… a alguien especial", me soltó, tratando de susurrar. "¿Y quién ese alguien?", me burlé. Me ignoró. "Le he comprado este arco. ¿Crees que es un buen regalo?". "Todo depende de la persona. ¿Qué le gusta? ¿Cómo es? ¿Podrías describirla?". "Le gusta luchar. Es majestuosa y muy…", el titán hizo una pausa. "¿Qué es más romántico, un arco recurvo o un arco compuesto?", consiguió susurrar en esta ocasión. "Aaah", asentí, consciente. No sabía qué diferencia había entre esas armas, pero veía por dónde iba su dilema. "¿Crees que un libro sería mejor opción?", me preguntó. "De nuevo, depende del libro que elijas". "He leído el libro de Ikora «Círculos: edición revisada» y me pareció muy bueno". "Mala idea como regalo de la Aurora. ¿Qué tal algo de literatura?". Torito golpeteó el cuerno de su casco mientras reflexionaba. "Una vez destruí un libro suyo. ¿Debería comprarle uno nuevo?". "Puede que sea mejor no recordarle una situación negativa del pasado…". No me respondió a esto, así que continué: "Puede que este arco sí sea el regalo de la Aurora adecuado para tu amiga. ¿Crees que le dará uso?". "Sin duda". "Entonces", le sonreí, "ahí tienes la respuesta. ¡Feliz Aurora a ti y a tu amiga!". "Igualmente, Eva. Espero que tengas una Aurora inolvidable". El titán me dio las gracias, levantó el arco y se alejó dando enormes zancadas. --- Hojas de vainilla: Mezcla aceite cabal y toque personal, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Las coincidencias no existen
Historia
Parece que siempre voy a parar con clientes preguntones cuando más atareada estoy, al final del día. Hoy me tocó una mujer. Era una guardiana fornida y muy guapa, de pelo oscuro corto y con una franja blanca diagonal que le cruzaba cada ojo, ¡muy llamativa! Llevaba una bolsa colgada de un hombro y una pila de libros y paquetes bajo el brazo. Al ver esto, supuse que era una clienta de las buenas. Sus labios, curvados, le daban un aire impertinente; la mano que le quedaba libre reposaba sobre la cintura; y sus dedos no paraban de dar golpecitos mientras esperaba. Todo hacía indicar que se trataba de una cazadora. "Feliz Aurora, señorita…", la saludé. Ella fue al grano. "¿Podrías ayudarme a organizar una celebración de la Aurora pequeña e íntima? ¿Tienes alguna especie de kit o algo así?", me preguntó, mirando hacia atrás por encima del hombro con impaciencia. "Se trata de una sorpresa para… alguien que solía celebrar la Aurora en la Ciudad, pero nos hemos trasladado a Marte, así que…". "¡Ah! Bueno, pues, para celebrar la Aurora, como mínimo hacen falta adornos, comida para picar y regalos. Lo primero es elegir los farolillos", le señalé las coloridas esferas que adornaban la tienda, "las velas", le dije conforme sacaba una caja de candelas de debajo del mostrador y las iba colocando frente a ella "y la serpentina". "Velas y serpentina son sinónimo de incendio. Me quedo con las velas y los farolillos". "Los tonos amarillos y plateados casan muy bien…". Entornó los ojos para fijarse en mi repertorio. "Morados". "Te voy a dar morados, verdes y plateados: una combinación muy bonita. La Aurora es una suma de belleza y maravilla, así que lo normal es comprar varios farolillos". Los coloqué plegados en acordeón encima de las velas. Abrió la boca, pero la volvió a cerrar. Saqué mi mayor surtido de dulces de la Aurora y lo coloqué sobre el mostrador. "La generosidad y compartir son la esencia de la Aurora. Esta colección es la ideal para ti", ahí hice una pausa, "si lo que buscas es impresionar a alguien a quien quieres". Ella frunció los labios y empujó el paquete de dulces decorado con lacitos junto a las velas y los farolillos. Entonces, sonriente, saqué un exhibidor con mis mejores prendas. "Y, por último, el regalo de la Aurora, lo más importante…". "Ah, ya me he hecho con un buen regalo de la Aurora", dijo conforme colocaba sus pertenencias sobre el mostrador y señalaba un estuche que había encima. También pude ver el lomo de varios de los libros gruesos, algunos con títulos muy largos, y todos con la etiqueta "Biblioteca Fu'an - REFERENCIA - NO RETIRAR". La cazadora se dio cuenta de cómo fruncí el ceño y los metió en la bolsa. "Esto es lo que he elegido. ¿Qué crees que pensará ella?". No sabía a quién se refería, pero me encantó el collar que contenía el estuche: un alargado colgante con el emblema de un pajarito de calidad excepcional. Sonrió. "El diseño bien podría ser de la Edad de Oro, ¡pero el colgante puede almacenar treintaicinco petabytes de memoria!". Le devolví la sonrisa. También la convencí de que comprara una bolsa para libros robusta y papel de regalo de color morado. "Aquí tienes, ¡tu propia Aurora en una bolsa!", le dije mientras guardaba el lumen con el que me pagó y le entregaba sus adquisiciones. "Espero que a tu amiga le guste la sorpresa". La cazadora asintió con la cabeza a modo de agradecimiento y se dio la vuelta para marcharse. "¡Anastasia!". No era otro que el comandante Zavala, en medio del pasillo, con los brazos en jarra mientras la multitud compradora pasaba a su alrededor. "Zavala", musitó la cazadora. Echó los brazos hacia atrás y alzó la barbilla, fiera como un halcón. "Feliz Aurora, Ana. Me sorprende verte por la Torre". "Sí, bueno, tenía recados que hacer…". No pude oír el resto de la conversación porque alguien llegó con un paquete y preguntó: "Perdona, esa mujer ha dicho que se dirigía a Marte, ¿no? Tengo que enviar este también allí". Pasé la mirada por el albarán: velas, farolillos, surtido de dulces, papel de regalo, capa… El pedido de una tal Camrin Dumuzi. Me pareció curioso, porque menuda coincidencia… "Creo que se trata de una sorpresa. El paquete puede salir con los envíos de mañana", le respondí. Cuando volví a mirar, Zavala y la cazadora mantenían una intensa conversación: el Vanguardia de titanes gastaba una media sonrisa; la mujer, una sonrisa de satisfacción. Al ver esto, supuse que el espíritu de la Aurora había reunido antiguas amistades. Así, me dirigí a mi siguiente cliente. --- Pastel lunar de Jabalina: Mezcla polvo de quitina y sabor cortante, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Una cara amable
Historia
¿Alguna os habéis cruzado con alguien que os ha caído mal desde el primer momento? Son personas que parecen muy amistosas, pero lo son de una manera peculiar. Cuando eres joven, puede resultar difícil reconocer todas las variedades, pero, con el tiempo, las vas distinguiendo a todas. La menos común muestra una amabilidad genuina, aunque también están las personas que insinúan cordialidad con un "qué buen tiempo hace", las que buscan conseguir algo a cambio y las que son amables de cara a la galería. Este último tipo siempre oculta algo y espera que su fachada sirva para no destaparlo. En ese grupo se encuentra el hombre que se autodenomina "el Nómada". No acostumbro a hablar mal de los demás, pero es una excepción. No confío en él. No sé qué es lo que hace allí fuera y no sé si quiero saberlo. Solo he hablado con él un par de veces. Parece que siempre anda con prisa. La única conversación que hemos mantenido más allá de cuando nos conocimos fue muy breve, y se escabulló antes de obtener respuesta alguna por su parte. Fue justo antes de que comenzara el festival de la Aurora. Estaba preparando el decorado de mi puestecito cuando se acercó y me preguntó: "Vaya, ¿qué es todo esto?". "Imagino que conoces el festival de la Aurora", le respondí, pero no de forma cortante, sino amable, "vamos, sé que eres espabilado". "Ah, pues claro", me respondió, "se me había olvidado que ya se aproximaba esa época. El tiempo pasa volando, ¿verdad, hermana? Volando". Se quedó mirando la decoración largo rato con las manos en la cintura y asintiendo con gesto de aprobación. "Es posible, sí", afirmé. "Por cierto, quería preguntarte…". "Verás", empezó, "no sé si he estado en algún lugar donde se celebrara la Aurora. ¿Podrías contarme algunas cosillas?". No cuento con siglos de experiencia, pero tampoco soy una cría inocente: la vieja Eva sabe reconocer una mentira. Aun así, me entretuve explicándole en qué consistía el festival y le hablé de nuestras tradiciones y el significado que entrañaban. Asintió durante mi explicación, con semblante interesado. Traté de desviar la conversación hacia su persona. "Y, bueno, Nómada, ¿de dónde…?". "En fin, ¡será mejor que me marche!", dijo al tiempo que se daba la vuelta, haciendo como si no me hubiera escuchado. "Ya te he robado bastante tiempo, y quién sabe cuánto nos queda". Conforme se alejaba, se giró y dijo: "¡Me gusta la decoración! ¡Bonitos colores!". Luego, dobló la esquina y desapareció. He oído a algunas personas hablar de este extraño individuo. Todos suelen decir lo mismo: que parece simpático, aunque algo misterioso. También he oído cosas que no pienso repetir, porque son demasiado espantosas para ser ciertas, y no pienso ser yo quien difunda falsos rumores. Estoy segura de que su dieta no se diferencia demasiado de la de cualquier otra persona. Huelga decir que hay algo raro en él. Yo no lo perdería de vista. --- Motas de chocolate negro: Mezcla mantequilla poseída y sabor nulo, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Otra versión de la historia
Historia
Lo que más valoro ahora que he regresado a la Torre es volver a conectar con todo el mundo. Eché de menos a mis amigos cada día que pasé fuera. Incluso cuando sabes que estás haciendo lo correcto, puede resultar difícil no anhelar el pasado. Estoy deseando ponerme al tanto de todo lo que me he perdido, pero estos guardianes están siempre ocupados, revoloteando de un lado a otro. Resulta casi imposible intercambiar un par de palabras. Siento que han pasado muchas cosas, pero recibo la información con cuentagotas. "Araña" es un nombre que no dejo de escuchar, pero ¿quién es? ¿Un vulgar delincuente?, ¿una deidad?, ¿un amigo? Los hay que lo pintan como las tres cosas. ¿Por qué a los guardianes les impone tanto la Araña? ¿Y es cierto eso de que se alimenta de Espectros? ¡De Espectros! Qué práctica tan despreciable; ni siquiera el Espectro más abominable se merece ese tipo de trato. (Sí, estoy pensando en uno en concreto, pero… me temo que la vieja Eva prefiere guardarse el secreto). La conclusión que saco es que la mencionada Araña contaba con un grupo de barones, o eso creo. De estar en lo cierto, parece que su relación con ellos… no era idílica. No sé qué se cuece en la tal Costa Enredada, pero creo que los mandó matar a todos. No obstante, antes de todo eso, los barones de la Araña habían penetrado en una especie de prisión espacial de máxima seguridad. Parece que andaban en busca de… algo que le pertenecía a la Araña. No sé qué era, puede que se tratara de Espectros o quizá de armas… aunque mandarlos a buscar algo así a una cárcel, no sé yo… Cuando los barones accedieron, los presos se enfrentaron a ellos. El bandido ese, Cayde-6, también estaba en la cárcel para cumplir una misión que, imagino, nada tenía que ver con la de la Araña. Al final, los dos acabaron envueltos en la misma pelea, según parece. Entonces, cuando todos luchaban, ¡apareció el hermano de la reina del Arrecife! La primera vez que escuché la historia, pensé para mis adentros "Ah, al fin alguien se posiciona de nuestra parte. El príncipe insomne pondrá orden". La verdad es que había oído que era un poco… severo, pero también que siempre hacía lo posible por ayudar cuando se presentaba la ocasión. Al menos, así era antes de lo de su hermana, claro. La muerte provoca cosas horribles. Esto me lleva a lo único de lo que estoy absolutamente segura: Uldren Sov asesinó a Cayde-6. El motivo lo desconozco, pero sospecho que fue en parte porque el príncipe sucumbió al dolor que llevaba en su interior y se le nublaron las ideas. En fin, cuando los barones de la Araña se marcharon de la prisión, arrasaron con el Arrecife. Supongo que encontraron lo que andaba buscando la Araña, pero decidieron quedárselo. La Araña mandó darles caza a los barones, y creo que ninguno de ellos sobrevivió. En medio de todo ese caos, alguien asesinó a Uldren; imagino que para vengar la muerte de Cayde, aunque no he conseguido que nadie me lo confirme. Según todo lo que he oído acerca de la susodicha Araña, me pregunto si lo de Uldren no sería también cosa suya. Muchos de mis amigos guardianes siguen haciéndole favores a esta… criatura que, como poco, traiciona a los suyos. No estoy segura de si todo esto lleva a alguna parte, aunque es posible que no sepa toda la verdad. Esta no es una lección de historia: tomáosla como consideréis oportuno. Hay gente que no tiene tiempo para hablar con la vieja Eva, al parecer. --- Espectros vivientes de caramelo: Mezcla caña de éter oscuro y destello de inspiración, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Lo que nos une
Historia
¿Qué son los insomnes? Y no me refiero a cómo surgió su raza. Me trae sin cuidado, tanto como el origen de los cabal o los caídos. Por lo que a mí respecta, el universo decidió que los quería y por eso los engendró. ¿Quién soy yo para poner en duda al universo? Últimamente, he oído a gente hablar de Petra Venj y de la Costa Enredada. El lugar me desconcierta… ¿son como piedras atadas con cuerdas? Y luego… ¿se supone que vas saltando de una a otra? ¡No es de extrañar que los insomnes nativos del Arrecife recelen tan a menudo de los demás cuando se crían en un lugar donde no pueden fiarse ni del suelo que pisan! No obstante, creo que ahora… comprendo mejor a la comunidad insomne, aunque sigue habiendo cosas que se me escapan. Está claro que forman parte de lo que consideramos "humanidad", al igual que los humanos y los exo. Soy consciente de ello y lo creo firmemente, pero ¿qué los hace formar parte? ¿Es porque son… similares a nosotros? Los cabal tienen una constitución parecida a la nuestra, pero no los consideramos parte de la humanidad. ¿Tiene entonces que ver con la relación que compartimos con el Viajero? Resulta difícil de creer, pero he oído que los caídos guardan algún tipo de vínculo con el Viajero. Sin embargo, ellos tampoco forman parte de la humanidad. ¿Acaso para formar parte hace falta relacionarse con los humanos? Porque, si seguimos esa lógica, los insomnes nativos del Arrecife y que permanecen allí no podrían incluirse en la humanidad. No creo que eso sea cierto y, aun así… Petra ha vivido casi toda su vida en el Arrecife, ¿no es así? Sé que estuvo aquí trabajando de Emisaria una temporada, pero siempre consideró que el Arrecife era su verdadero hogar. ¿Se incluiría ella a sí misma en la humanidad? Lo que yo pienso es que, si te dirigieras a Petra y le preguntaras "¿Formas parte de la humanidad?", ella respondería "Soy una insomne del Arrecife". Si siguieras presionándola y le dijeras "Sí, pero ¿de qué lado estás?", creo que respondería "Del lado de la reina Mara Sov". Así que, ¿es la humanidad algo que elegimos o algo que se nos atribuye? ¿Es un título que conseguimos o un derecho natural, hereditario? ¿Forman parte de la humanidad los insomnes debido a una de estas condiciones?… ¿O acaso lo hacen debido a todas y cada una de ellas? Por separado, estas ideas no definen a la humanidad, al igual que la capa no hace al cazador, pero el conjunto -la misma constitución, la relación que comparten con el Viajero y el hecho de que muchos de ellos se relacionen con nosotros de buena gana aquí, en la Tierra- puede que sea lo que los convierte en miembros de la humanidad: la unión de todos los elementos, al igual que la unión de todos nosotros. Ese vínculo es lo que nos hizo ganar la Guerra Roja, y tengo la certeza de que nos servirá para desterrar la Oscuridad para siempre. No olvidéis que la unión hace la fuerza, y los insomnes siempre participarán de eso. --- Galletas del infortunio: Mezcla caña de éter oscuro y calor imposible, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Te acabas acostumbrando
Historia
Hay un tipo extraño que… bueno, puede que os hayáis cruzado con él. No se mueve como los demás; más bien, cuando te das la vuelta, puede que esté ahí o puede que no. Al menos, sus apariciones son constantes y predecibles. Su nombre es Xûr. No estoy segura de por qué hay que ponerle la flechita esa encima de la "u", pero hay que esforzarse por respetar las costumbres de aquellos que no comprendemos. La primera vez que lo vi, me encontraba en mi puestecito, en la Torre, o antigua Torre, como imagino que la llamaréis ahora. Yo no llevaba mucho rato allí, pero, cuando alcé la vista, ¡el tipo había aparecido casi de la nada! Estaba de espaldas a mí, pero, incluso así, ya daba mala espina: tenía que ver con su postura. Conforme empezó a girarse, me di cuenta de que tenía el rostro cubierto de pelo y parecía que este se movía ligeramente como con vida propia, pues no soplaba el viento. Cuando la luz le iluminó el rostro, solté un alarido y me agazapé detrás del mostrador. Estaba segura de que esa abominación había venido a invadirnos y que había muchos otros escondidos, que era nuestro fin. Al poco, me di cuenta de que nadie más chillaba. No oí ningún grito de auxilio. Asomé la cabeza y me di cuenta de que todo el mundo seguía a lo suyo. ¡Era la única asustada de la zona! Muchos lo vieron, varios hablaron con él. Poco a poco, me reincorporé y traté de seguir con mis asuntos, aunque apenas le quitaba la vista de encima. Tess se pasó poco después, así que le pregunté qué sabía del extraño individuo. "¡Ah, es Xûr!", respondió despreocupada, "se pasa de vez en cuando para vender artículos muy difíciles de conseguir". Se detuvo a analizarlo un instante y añadió: "Le vendría bien renovar el vestuario, la verdad, pero es totalmente inofensivo". "¿Qué es?", le pregunté. "En la vida había visto una criatura así". "Xûr es… joviano, si mal no recuerdo. Es una raza que habita más allá del Arrecife. Lo siento, pero es todo lo que sé sobre ellos". "¿Entonces son… amigables?". "No van a atacarnos, si es a lo que te refieres. No sé si Xûr puede considerarse amigable, pero no es agresivo". Me calmé un poco tras la conversación que mantuvimos, pero seguía con el susto metido en el cuerpo. Durante meses, estuve dando brincos cada vez que lo veía y tuve que combatir el impulso de esconderme. Llegado cierto punto, terminé acostumbrándome a su presencia. Incluso empezó a gustarme que fuera tan predecible: significaba que todo iba como de costumbre. El miedo terminó esfumándose. Me he dado cuenta de que, muchas veces, mi primera reacción a lo nuevo es de miedo. Puede que le pase a todo el mundo. Sin embargo, también me he percatado de que, si soy consciente de mis miedos y los acepto, es más fácil asimilarlos y terminar superándolos. Entonces, lo nuevo deja de ser tan aterrador como la primera vez. --- Galletas extrañas: Mezcla mantequilla poseída y sabor eléctrico, añade esencia de la Aurora y luego hornea.

Rumores
Historia
No sé gran cosa sobre las profecías del controvertido hechicero Osiris. Sí que sé que sus teorías dividieron a la Torre, a los civiles y a los guardianes por igual; y he visto esa división aparecer en los sitios más extraños, años después incluso de que Osiris marchara para proseguir sus investigaciones radicales. Tengo un chiste para ti, camarada: Un seguidor de Osiris y un escéptico se sientan a la mesa para resolver sus diferencias. Y se mueren allí. No me preguntes dónde lo escuché, pero no te sorprendas: si crees que los habitantes de la Ciudad no se burlan de vosotros, los guardianes, de vez en cuando, es que no prestáis atención. A lo que íbamos. He oído rumores sobre el hermano Vance, un seguidor de Osiris. Los rumores comenzaron como mitos, mitos sobre cómo utiliza el conocimiento que descubrió Osiris para hacer milagros o llevar a los guardianes a su máximo potencial. Y luego, por alguna razón que ni yo misma entendí, los rumores cambiaron y la gente comenzó a decir que Vance era un fanático que no conocía de nada a Osiris y que se quedó esperando para siempre en las arenas de Mercurio algo que nunca llegaría. Los guardianes son personas de acción. Creo que no podrían simpatizar con tanta pasividad. En cuanto a mí, pienso que deberíamos creer en las cosas y en las personas que vemos con nuestros propios ojos. Lo que alguien hace ahora es una mejor prueba de su espíritu que lo que se dice que ha hecho. Me parece que estar esperando siempre a que tu héroe regrese, repasando los mismos libros y cartas, confiando en tener una esperanza para un futuro que no puedes controlar... bueno, creo que es perder el tiempo. Así, también soy proclive a la acción. Manos ocupadas, mente ocupada. Pero también creo que debe ser algo solitario y desalentador que te abandone tu ídolo, aunque ese abandono solo exista en tu cabeza. Me imagino que un hombre como Vance mantiene una vigilia solitaria. Pienso que es posible que sepa lo que la gente dice de él y trate de ponerse por encima de ello, y eso lo aísle todavía más. Pero, repito, nunca lo he conocido. No sé qué rumores son ciertos y cuáles son habladurías tontas. Solo sé que la Aurora los acoge a todos, y en especial a los que se sienten más aislados.

Una causa noble
Historia
Cuando los guardianes llegaron a la Ciudad Onírica, muchos de ellos vinieron a contármelo. Sus historias de un hermoso lugar lleno de acantilados imponentes y de edificios antiguos y sagrados fueron como cuentos de hadas para mí. Igual que con muchas historias que escucho de los guardianes, me maravillé de que tales cosas pudieran ser reales siquiera. Recuerdo en especial a una hechicera insomne que se llamaba Nadya y que vino a visitarme como hacen muchos guardianes: callada, avergonzada, esperando un té. Siempre tengo una taza para ellos, claro. Ese día, Nadya se sentó en mi mesa sin haber tocado la taza de té. Si no me hubiera pasado tanto tiempo animando a la gente en mi cocina, podría haberla presionado, pero sabía que era mejor esperar. Y así lo hice. Al final, ella me miró. "Es como si hubiera encontrado un pedazo de mí misma y luego lo hubiera perdido, todo a la vez", dijo Nadya con dulzura y tristeza. "Se supone que los guardianes no miran por su herencia, más allá del Viajero, lo sé, pero en la Ciudad Onírica me sentía como...". Se detuvo. "¿En casa?", dije. Nadya bajó los ojos. "Sí, como en casa". Se quedó callada y luego me miró de nuevo. "¿Te parece mal?". "No", le dije. "Claro que no. La casa de uno no siempre es un solo lugar. Yo he tenido muchas". Nadya asintió y jugueteó con la taza de té sobre la mesa, distraída. Esta vez, tuve que esperar un poco antes de que volviera a hablar. Al final, dijo: "Es como si estuviera llorando la pérdida de algo que nunca he llegado a tener de verdad". No entiendo del todo la maldición que aflige la tierra de los insomnes. Sé que se debió a un malentendido y un peligro muy grandes. Sé que Uldren Sov y otra criatura de la que nunca he oído hablar estuvieron en el centro de ese peligro. Pero, por lo que dicen, no hay un enemigo claro en esta historia. No hay un solo lugar al que echarle la culpa. Eso puede hacer que sea mucho más difícil de aceptar. El desengaño de Nadya fue algo tangible. Lo sentí en mi propio corazón. Pero, aunque la vi sufrir, también vi a Nadya ponerse de pie y volver a su trabajo. Regresó a la Ciudad Onírica, semana tras semana. Creo que no nos definen nuestros éxitos, sino nuestra capacidad de seguir peleando cuando la lucha parece imposible de ganar. Y no solo a los guardianes. A todos nosotros. Gracias a todos por ser un ejemplo de ese espíritu.

Un joven muy agradable
Historia
Uno de mis lugares favoritos de la Torre es un pequeño banco aislado que domina la vista de la Ciudad. Ahí veo llegar las naves, los pájaros y las nubes. Estoy tan ocupada que me ayuda a distanciarme un poco y me recuerda lo que hay ahí afuera. El otro día, estaba sentada en este banco cuando un titán muy alto se puso a mi lado, con las manos cruzadas delante de él. "Disculpe, señora", me dijo. "¿Le importaría si me siento aquí?". Sonreí y me aparté para hacerle espacio. "Por favor", dije. Él se sentó. Tenía unos hombros tan anchos que tuve que moverme un poco más. Llevaba una bolsa de alpiste, y vi cómo esparcía un poco de este por el suelo. Las palomas llegaron con rapidez; de hecho, ya había notado algunas más de lo habitual en el instante en que se había sentado. Me pregunté con qué frecuencia vendría aquí y cómo no habíamos coincidido hasta entonces. Era difícil no ver a aquel hombre. El arrullo de las palomas y el ajetreo de la Ciudad a lo lejos eran relajantes, y al ver que el caballero parecía no tener problemas con el cordial silencio, cerré los ojos. Aunque, tras un momento, noté pasos y susurros detrás de nosotros. Una joven, otra titán, se acercó al banco y le dijo al caballero, sonriendo nerviosa: "Es un honor conocerte. Eres una inspiración para los titanes de todas partes". Él asintió humildemente y le dio las gracias. Hablaron un poco. Él le preguntó su nombre. La chica le contó que acababa de regresar de su servicio de patrulla en Ío. Él elogió su compromiso por mantener a salvo a las personas del sistema, y ella y sus amigos se fueron. Mi compañero volvió a dar de comer a las palomas. Después de un momento, le pregunté, medio en broma "¿Eres famoso?". Me miró e inclinó la cabeza, vacilante. "Un poco". "Ya veo", le dije, sonriendo. Tras unos segundos, añadí: "Me llamo Eva". "San". Medité esa respuesta un momento y luego le pregunté: "¿San-14?". Había oído la historia de cómo luchó por la Ciudad durante la batalla de los Seis Frentes, hacía mucho tiempo, y otra historia más fantástica aún sobre cómo había derrotado a un poderoso compañero caído pegándole en la cabeza. Cada vez que escuchaba esa historia, deseaba que este hubiera tenido un casco que fuera bueno y resistente. "Así es", dijo, tirando un poco más de alpiste. "Es un placer conocerte, Eva". Nos quedamos sentados un poco más, juntos, observando las palomas y las nubes, pero al final tuve que disculparme y volver al trabajo. Como he dicho, ya conocía la leyenda de San-14 de antes. Muchas leyendas de guardianes notables hacen que nos parezcan figuras míticas, muy lejos de todo lo que los civiles de la Ciudad verán o vivirán. Pero el legendario San-14 no me parece así, para nada. De hecho, creo que es un joven muy agradable.

Una advertencia
Historia
La Aurora es un momento de gran generosidad, de hacer regalos. Sienta muy bien recibir un presente, sobre todo cuando lo ha elegido con gran cariño alguien que te quiere. Si le haces regalos a otra persona con amor y de manera desinteresada, profundizas en tu relación con ella. Como seguro que ya sabes, es tan gratificante hacer un regalo como recibirlo. Cuando te encuentres recibiendo muchos obsequios, quizá de manera inesperada, mira bien quién te los hace. ¿Les has dado algo? Hacer regalos no es un concurso, pero cuando te cubren de lujosos presentes de oro con tu nombre grabado mientras te colman de grandes halagos, párate a pensar por qué te los regalan. A veces, deberías cuestionarte estos regalos. Piensa a quién ha favorecido antes la persona que te los hace. ¿Por qué tú? ¿Por qué ahora? Si no encuentras una respuesta satisfactoria o tranquilizadora a estas preguntas, hay muchas posibilidades de que esa persona esté apuntando minuciosamente tus "deudas" y algún día intentará cobrártelas. No todos los regalos se dan gratis. Recuérdalo. Y eso es todo, camarada del alma. Esta vez no tengo historias, solo una advertencia.

Un toque de elegancia
Historia
Conocí a Ada-1 en las semanas de preparación de la Aurora. Vino a verme a mi puesto y se mantuvo apartada mientras yo hablaba con un cliente. La veía por el rabillo del ojo: quieta, silenciosa y... puede que un poco nerviosa. O quizá me lo imaginara. Una vez que terminé con el cliente, le hice un gesto para que se acercara a mi mesa de trabajo. Lo hizo, se detuvo un momento para mirarme con mis telas y luego me preguntó: "¿La Aurora es una fiesta de los guardianes?". Sonreí. Sabía por algunos de mis clientes habituales, los más cotillas, que Ada era nueva en las tradiciones de la Ciudad. "La Aurora es para todos", le respondí. "Todos los que viven en la Ciudad y más allá, si quieren celebrarla". Permaneció callada un momento, pensando. No sabía decir si era tímida o una de esas personas solitarias que prefieren el silencio. Fuera como fuera, no la molesté. Al final, hizo ademán de irse pero se detuvo para mirarme de nuevo. "He visto tus patrones", dijo. "Tus paletas de color para estas fiestas. Tengo algunas ideas, si te apetece escucharlas". Sorprendida, le pregunté por sus ideas de inmediato. Enseguida vi que tiene un sentido impecable para el color y el diseño. No le importó encargarse del proyecto de diseñar los shaders para la Aurora y fue una asesora tranquila pero de gran talento. Durante la semana siguiente, más o menos, pasamos muchas horas juntas, clasificando rollos de paño, comparando colores y pensando combinaciones. Si bien creo que se mostró reticente a intimar demasiado, me gusta pensar que comenzó a cogernos cariño, a mí y a la idea de formar parte de una larga tradición de la Ciudad. Sé muy poco de Ada, excepto que vivió la Edad Oscura. Aquellos fueron tiempos terribles. Los guardianes no eran lo que son ahora. Vivir una época peligrosa puede afectarnos de muchas maneras distintas. Algunas veces esas experiencias nos cambian para mejor; y otras, no. Después de todo lo que vio, Ada se hizo a la forma de vida que más le convenía y, poco a poco, ha comenzado a reconciliar esa vida con las vidas que ve que se llevan aquí, en la Torre y en la Ciudad. Eso requiere valor. Y lo admiro.

Una distancia necesaria
Historia
Creo que nuestra Ciudad está en su mejor momento, con los guardianes y las personas que estos protegen viviendo juntos, compartiendo sus vivencias y tradiciones. También sé que los guardianes ven cosas que muchos nunca entenderemos por completo. En pos de la felicidad, solo un tonto diría: "Deseo vivir para siempre". La naturaleza de vuestra vida es un gran regalo del Viajero, pero también una carga tremenda que los guardianes de la Ciudad habéis asumido de manera voluntaria viviendo aquí con nosotros. Debido a la Luz del Viajero, los guardianes estáis en peligro constante. Sí, lo que está en juego es diferente para un guardián que para el resto de nosotros, pero ¿tan diferente es el precio emocional? ¿Cuánto confiáis en insensibilizaros al miedo y al trauma para hacer vuestro trabajo, tan vital? Ikora me dice que no piense en esto, pero no puedo evitarlo. Nunca he entendido del todo a la guardiana Eris Morn. A mí me gusta plantarme firmemente en el ahora, en lo tangible. ¿Cómo puedo mejorar la vida de mis amigos en este momento? ¿Cómo puedo animarlos, darles una buena conversación o una buena comida? En el pasado, vi que Eris era el polo opuesto a esto. Al menos en mi cabeza, la acusé de ser... lúgubre. Pero he comenzado a pensar que solo ve las cosas desde una perspectiva muy diferente a la mía. Lo que ha vivido está mucho más allá de cualquier cosa que yo alcance a imaginar, por lo que vemos el mundo de manera distinta. Por tanto, sí, creo que los que sois guardianes y los que no lo somos deberíamos vivir juntos e intentar centrarnos en nuestros parecidos. Pero también entiendo que, a veces, nuestras diferencias nos separan. Para algunos de vosotros, es una distancia necesaria que debéis mantener para hacer vuestro trabajo. Y esa es una verdad con la que todos debemos aprender a vivir. Dicho todo esto, Eris tiene su papel en muchas de nuestras tradiciones, sobre todo en la Fiesta de las Almas Perdidas. Sin embargo, ¡menuda me monta! La primera vez que le pedí ayuda, me dijo: "Eva, el trabajo que estoy haciendo es esencial para la supervivencia de la humanidad. No tengo tiempo para una... para una... fiesta". Y yo le dije lo que siempre digo: "Las pequeñas cosas nos ayudan tanto como las grandes. No dejes que las flores se marchiten en la maceta mientras todavía preparas el jardín, Eris". A ella nunca le gusta, pero siempre está de acuerdo. Y creo que le gusta participar. Una vez vi cómo le daba una caja de pasas a un guardián enmascarado, impávida como una piedra, y luego se daba la vuelta y sonreía. ¡Eris! ¡Sonriendo! Cuando tenga pensado un evento de la Aurora para ponerla al frente, la tendremos sonriendo de oreja a oreja, estoy segura.

Ayudantes de la Aurora
Historia
Los androides de la Torre me han sido de gran ayuda para llevar las fiestas tradicionales a la gente de la Ciudad. No soy tan joven como era, y hay una gran cantidad de confeti que barrer después de que las celebraciones acaben. Justo el otro día me encontraba en una escalera maltrecha cerca del Anexo, cargada con una caja de serpentinas, buscando ayuda. Al pie de las escaleras, barriendo el mismo trozo de suelo limpio, había un androide. Sentí una simpatía instantánea por él, y luego una molestia pragmática. Seguro que podríamos aprovechar nuestros recursos mejor. "Vengo por mantenimiento", me dijo el androide. "Pues pareces mantenido", le dije con alegría. Le tendí la caja de serpentinas. "Esta sala se ve bien barrida. Igual podrías ayudarme a decorar el Patio". El androide inclinó la cabeza hacia abajo para mirar la caja. "Vengo por mmmmmmm...". Me miró de nuevo y siguió barriendo, pero más rápido. "Man... Zzzt... Esta tarea está por debajo... su Excelenccc... No participo, f-f-f-fin de la conv...". Observé con paciencia. "Su bene-ne-nevolente Majest-t-t-tad, maje-mantenimiento". Dejó de barrer. "Vengo por mantenimiento". Resoplé para mis adentros, dejé la caja y cogí la escoba del androide. Apoyé la escoba en la pared y volví a coger la caja. Ya me dolía la espalda. Le di la caja y señalé las escaleras. "Ven conmigo". Con algo de persuasión, logré atraerlo hacia el patio. Señalé los lugares donde quería que colgara las serpentinas. "Vengo por mantenimiento", dijo con voz débil. Lo dejé en ello sin muchas esperanzas de que el trabajo se hiciera de acuerdo con mis estándares, pero una no puede ir con muchas exigencias cuando el tiempo apremia. Como era de esperar, cuando regresé, el androide y la caja de serpentinas habían desaparecido. Decidí elegir mis batallas y lo dejé pasar, y ahora estoy más agradecida todavía por los androides cordiales y funcionales de mi trabajo.