
1: La carga - Parte I
Historia
Un motor solitario rasga con su traqueteo la aparente tranquilidad de la Zona Muerta y mantiene una inestable estructura de metal justo sobre el horizonte delimitado por un radiante ocaso. El transportador se sumerge entre montañas afiladas que perforan las nubes bajas, cortadas en estratos y vapor que se deslizan como la espuma fina en un mar carmesí. Un canal de comunicaciones de red cerrada cruje. Marin Oru: Las copas de los árboles son demasiado densas para aterrizar. En el claro estamos expuestos. San-14: Ella estará allí. En la última transmisión se hablaba de seis refugiados, vendidos por éter. Geppetto: Y más de treinta caídos. Marin Oru: Pues me alegro de haber traído la ametralladora. San-14: Ese señor de la guerra que tan bien los conoce... tendremos que hacerle una visita. Marin Oru: Centrémonos en lo que tenemos entre manos. Treinta segundos. Geppetto: El Espectro de la señorita Lucine, Espectro, no detecta barracudas. No obstante, un foso cubierto en el campamento ha levantado sospechas. Van a cortar comunicaciones. Marin Oru: Seguro que será mejor evitarlo. Se sumergen en las sombras, entre picos y senderos dibujados en la estela de las nubes, a medida que disminuyen la velocidad para aterrizar. El transportador zumba y traquetea. Los motores callan y se enfrían. Titán y hechicero desembarcan. Esperan. "Bien hecho, Geppetto". La voz de Marin Oru emana de su casco, cuyo visor permanece fijo en dirección a los árboles. Geppetto emite el código en el horizonte sombrío, esperando respuesta. "Gracias, hermano Marin. Era mi primera vez". Marin permanece inmóvil. San abre la bodega de carga del transportador y se gira hacia Marin. "Llegará". Geppetto parpadea. "Sin respuesta de la señorita Lucine". "Te preocupas demasiado y por nada. Mañana Tyv se echará unas carcajadas". San da una palmada a Marin en la espalda. "Mañana". Los ojos de Marin siguen fijos en la línea de árboles que se oscurece. "Sí. Mañana. Pasado mañana y el día de después, y así hasta un día sin armadura". "Una idea tranquilizadora". Marin se endereza y observa un punto en la lejanía. Desde los árboles, una Luz parpadea. "Hermano San. Los he encontrado".

2: La carga - Parte II
Historia
Tyv Lucine abandona la espesura en compañía de seis almas más. Divisa el parpadeo de Geppetto en el horizonte. Su Espectro, Espectro, rueda y brilla en las manos infantiles que lo hacen "navegar" hacia su destino. La luz de la luna se arrastra hacia el valle, ensalzando ese momento de quietud entre la puesta del sol y la salida de la luna. El rocío abraza la hierba junto a sus botas. Se acercan. Los Espectros se dispersan. Marin está en pie, sereno; el largo cañón de un arma fijada con un bípode le adorna los hombros. "Gracias por todo esto, Marin". Tyv habla en voz baja y acerca una mano firme hacia la suya. Este asiente y se la estrecha. "Se le ocurrió a San". "¿Eso es lo que te ha dicho?". Tyv mira a San, que saluda a los refugiados y los guía hacia el interior del transportador. "¿Qué importa a quién se le ocurrió la idea?". San-14 la abraza. Marin se yergue y mira más allá de ellos. Unas bengalas aparecen por encima las copas de los árboles, exhalando un azul pálido conocido de vuelta en el cielo. Entre la arboleda, gritos y luces alborotan el ambiente, en un frenesí. Las nubes proyectan sus sombras sobre el claro. La estoicidad de Marin se rompe. "Tyv, pon a volar esa chatarra. San, tú conmigo". Marin planta el bípode sobre la hierba. San despliega una barricada de Luz brillante frente al linde de la arboleda. "Vete. Es un viaje largo, nos aseguraremos de que nadie os sigue". San prepara su fusil, colocándoselo sobre los hombros. Tyv asiente y corre a la cabina de mando. San realiza un saludo militar conforme la compuerta de carga se cierra. Los aullidos suenan desde el umbral. Los caídos entran en el claro. Marin no da tregua con su arma. "A por ellos, pues". El motor del transportador prende, ruge, se convierte en una llama que brama y refulge. Un faro. Un deseo. El estruendo suena a lo lejos y dibuja curvas candentes a través del pinar, mientras un proyectil rojo intenso rasga el claro. El transportador ha sido aniquilado. Tyv se hace añicos, las ruinas de su cuerpo se deslizan por la hierba. El choque ensordecedor desgarra la noche. En ella, se escucha un solo grito: "¡TANQUE ARAÑA!"

3: La carga - Parte III
Historia
San mira la cicatriz torcida donde había estado el transportador. "Ya no están...". "¡FUEGO A DISCRECIÓN!". Marin envía su respuesta clara hacia la línea de árboles. Los caídos cargan contra su iniciativa. "¡VAMOS!". San vislumbra cómo Tyv vuelve a respirar. Se tambalea a varios pasos de distancia, encorvada entre los restos, y se apoya contra un trozo de fuselaje del transportador, fuera de peligro, mientras Espectro teje Luz con brío. La mano de su brazo bueno se apresura hacia la hoja enfundada. En la noche, el aire queda suspendido. Los ojos del exo se clavan en la línea de árboles. Su voluntad: iridiscencia sólida. El aire a su alrededor se moldea en una densidad infinita. Un brillo violeta ondula a través de su peto y se inclina hacia afuera, contra el horror, consolidándose en un escudo luminoso. Los caídos arremeten contra la fatalidad de su Luz de vacío. El fuego de las ametralladoras le sigue, acabando con escorias y dividiendo el frente en dos. Recupera terreno a cada paso mientras destruye a sus oponentes. Se abre camino hasta la línea de los árboles y lanza el escudo para cercenar una de las extremidades del caminante. Se encuentra en el borde, cara a cara con la muerte. El cañón de campaña del caminante se balancea para igualar su verticalidad. San-14 clava los talones. Es un protector incandescente. Una justa retribución. Un muro violeta que se levanta para refutar la noche, pero el amanecer no la sucede. Suena un segundo proyectil del cañón del caminante. Y colisiona, apocalíptico. La protección se hace añicos contra la explosión. Solo hay oscuridad. Una mano de acero, flácida y extendida, se cierra poco a poco en un puño. Han sido machacados. San se mantiene consciente a duras penas. Solo ve fuego y ruinas. Los troncos se quiebran contra la estructura del caminante cuando emerge ante ellos, envuelto en humo. Las bocas de los caídos chillan en un vacío sordo mientras dominan el claro. San parpadea. El mundo vuelve hacia él. "Skas veskirisk". Los caídos que quedan rompen filas para dejar paso a un imponente capitán. "¡Skas volasusk!". Cánticos y clamores se transmiten de vándalos a escorias tras su rugido. Marin está boca arriba, respirando y sangrando. "Rápido... Tyv...". "Kapsok aps vankemraptalirask; kapsok aps vamesaqeptosirulosk". La horda alza los brazos. "Meliksnisk. Monequin". Y liberan una tormenta de centellas. Tyv atrapa la electricidad al vuelo, crepitando con un relámpago que rompe el suelo a sus pies. Es ella quien disipa la tormenta con una disciplina estudiada y esparce una lluvia de rayos de arco que rodea a la escuadra. La arena silba cuando los rayos penetran en el suelo y las nubes se elevan en el aire. Se adentra en el polvo abrumador y extiende la pureza de arco a través de los caídos, perplejos. Marin aprovecha la distracción. Exprime toda su voluntad, toda la Luz que puede concentrar en un solo punto. El color se drena a su alrededor y la zona se oscurece. Se la arranca, una pálida iridiscencia que rasga la realidad en sí misma, incesante. La esfera de vacío golpea en su totalidad al caminante y convierte su metal en ruinas, condenándolo al olvido. Ni un solo caído queda en pie. Están solos entre los escombros.

4: Como las polillas a la luz - Parte I
Historia
La ceniza cae y arroja una tenue luz sobre el solitario rostro de Osiris. El bosque detrás de él se derrite, corrompe su forma hasta perderse en la noche. Saguira se mueve sobre sus hombros. Serenidad distante. Es un pequeño diamante. Aislamiento por instilación. Un aleteo juguetón que parpadea entre el penacho térmico. El enfoque pensativo deja de lado lo físico. Está solo en el vacío. Sin intrusiones. Hay un punto en la profundidad. Al que no puedes mirar directamente. Ahonda. Adéntrate. Más. "El fuego se está apagando". El despreciable ruido mundano no tarda en volver. "¿Mm?". "¿No tienes frío?". "Antes no". Osiris se pasa la mano por la frente y aviva el fuego. "Gracias, Saguira". "No se va a aclarar de la noche a la mañana solo porque tú quieras, Osiris. Necesitas tiempo". Osiris aprieta los dientes. Siente que se encuentra dentro de agujero negro, boquiabierto ante una profundidad irreconocible. "¿Por qué me elegiste a mí?". La voz de Osiris está hueca. Extiende una mano para que Saguira se pose. "Tienes luz propia". Ella habla en un tono cálido. El fuego crepita. "¿Luz propia?". La frustración invade sus facciones. "Este mundo se muere. Una y otra vez". "Tú también habías muerto, hasta que te traje de vuelta". Saguira permite que la mano de Osiris la acune. "Te hice resurgir hasta que conseguiste alzarte por tu propio pie. Harás lo mismo con los demás, a tu manera". Esas palabras resuenan en sus oídos con dulzura. "Yo no tengo tu paciencia, Saguira". Toma una larga bocanada de aire que suelta en un suspiro. "Alguien se acerca". La voz de Saguira se vuelve cortante. "Ocúltame". Osiris está sereno. Saguira se desvanece cuando Osiris cierra la mano. Él se apaga.

5: Como las polillas a la luz - Parte II
Historia
Un pequeño grupo de humanos emerge de entre los árboles junto a Osiris. Algunos cargan con armas de fuego bastante oxidadas. Quien lidera el grupo va a paso ligero. "Levántate, anciano". Las palabras caen sobre sus hombros, húmedas y pesadas. "No". Un Espectro pintado revolotea frente al rostro de Osiris. "Reich, señor de la guerra, te ordena que te levantes". "Estás en mi territorio. Quemando mi madera. Me has robado. Eso es un brazo". "Te conceden la inmortalidad y te dedicas a hacerte con todo lo que te rodea. Qué desperdicio". El señor de la guerra se ríe. El Espectro no tarda en reír al unísono. "Encarnas la deshonra". Osiris lo observa por encima del hombro. "Márchate. Replantéate tu camino". "El brazo o la vida. Así son las reglas". "Decídete". Osiris deja que sus palabras resuenen en la cabeza del señor de la guerra. "Tengo más de media docena de armas a mi espalda". El señor de la guerra mete hierro picado en la capucha de Osiris. "Yo tengo luz propia". Las llamas envuelven a Osiris, estallando en alas que proyectan las sombras de la noche. Una candente espada se extiende desde una de sus manos. En un movimiento rápido, Osiris corta al señor de la guerra, reduciéndolo a un montón de trozos chispeantes y arrebata a su aturdido Espectro del aire. Dirige la mirada al grupo y ve sus espaldas retirándose hacia el bosque. Presta toda su atención al Espectro. "¿Por qué este hombre?". Osiris extingue su llama. "¡Suéltame!". Saguira vuelve de la no existencia. "¡Tú, hermana! ¡Ayúdame!". "De acuerdo. Oye, no va a hacerte daño. Habla conmigo. Imagina que no está aquí". Saguira se alinea en seguida frente al Espectro. Sus iris se conectan y se sacuden en secuencia. "Vaya. Suéltalo". Osiris lo deja libre. El Espectro se desvanece. "¿Saguira?". "Necesitaba a alguien fuerte. Un luchador". "¿Nada más?". Saguira se detiene. "El Viajero estaba... herido cuando nos creó. Ese dolor todavía resuena. Algunos tomamos decisiones equivocadas. Otros tenemos miedo. No es un proceso simple". "Defectos". Osiris se encoge frente a la densidad apagada del bosque. "Si existen los defectos en la Luz, entonces podría corromperse. No es indomable, por lo que alguien podría desafiarla con el tiempo". "Somos partes de un todo, pero independientes. Únicos. Tú tampoco eres el Sr. Perfecto". Tendrá que aprender a ser paciente. "¿Adónde irá?". "A reunirse con el Viajero. Para encontrar a alguien más, alguien mejor".

6: Cimientos - Parte I
Historia
Lo que sería la Última Ciudad se cierne sobre Osiris. Las barricadas desvencijadas se caen a trozos a su alrededor durante kilómetros. Camina entre paredes de óxido de acero a medio levantar y cimientos de tierra destruidos, marcados por los disparos de armas pequeñas. De camino, ve a decenas de ciudadanos soldando fortificaciones, reparando y demoliendo casuchas chamuscadas durante la batalla para reutilizar los materiales en hogares resistentes. Los portaluces salpican el paisaje, lanzando grandes cargas de metal a las paredes que se yerguen, fundiendo vigas con Luz solar o buscando amenazas distantes a lo largo de las muchas torres de vigilancia que bordean la Ciudad, como faros que guían a los perdidos a un puerto seguro. Los Espectros proyectan diagramas y esquemas para indicar los quehaceres de cada trabajador. Un hombre saca una taza tosca de un cubo. Gotea agua limpia mientras se la lleva a los labios y bebe con necesidad mientras el cubo se transporta en poleas para refrescar a otro grupo en otro lugar. "Nunca había visto tantísimos Espectros. ¿Nos quedaremos mucho por aquí?". "El Viajero está aquí, Saguira. No hay lugar mejor para encontrar las respuestas que buscamos". El olor a té y especias flota en el ambiente y choca de vez en cuando contra los sentidos, con el humo del tiempo y los gases. Un aroma a carne a la pimienta arrastra a Osiris hacia una plaza central llena de materiales dispersos y paredes bajas con montones de ceniza apilados que sostienen rifles de chatarra. Un exo blindado arrastra los pies entre parrillas en el centro de un anillo de escombros. "Parecía más... grande", cavila Saguira, mientras inspecciona los restos de la ciudad de tiendas desde la distancia. "Es lo que tienen los rumores. No es exactamente el oasis de apoyo del que habló Felwinter, pero es un comienzo". "¿Qué parecía más grande?". El chef exo suelta media docena de platos de madera con comida sobre un mostrador de piedra sin tratar. "Es esperanza, guardián. Días tranquilos como este... pronto habrá más así". "No soy guardián. He quedado con un amigo". Osiris mira hacia una Torre lejana que sobresale por encima de la construcción que la abraza. Solitaria, a la sombra de un orbe blanco hueso. "Yo seré tu amigo. Ven. Siéntate. Come. Queda suficiente para que te unas. Soy San-14". Osiris escruta la carne emplatada y las humeantes brasas antes de volver la mirada de nuevo a las fortificaciones en la distancia. "Valdrías por veinte hombres trabajando en ese muro". "Es su muro. Si necesitan ayuda, solo tienen que pedirla". San-14 le alcanza un plato de comida a Osiris y sus facciones metálicas esbozan una sonrisa. "Ya que no parece que este vaya a presentarnos... se llama Osiris y yo soy Saguira. ¡Un placer conocerte, San!".

7: Cimientos - Parte II
Historia
"¡Igualmente, Saguira! Osiris, por favor". San-14 gesticula hacia una endeble silla de madera. Dos Espectros pasan por delante de ellos y barren los platos del mostrador antes de alejarse. "¿Te importaría ayudar a llevar la comida a la gente, Saguira?". "Claro que no, deja que cargue mi protocolo de ayuda". La broma se queda en el aire. San-14 agradece con sinceridad. "¡Vale! ¡Vuelvo enseguida!". Eleva delicadamente un plato y se aleja volando. "¿No tienes hambre?". "Podrías estar patrullando con los Señores de Hierro". Osiris se acerca el plato. San se sienta. "¿Es eso lo que le da sentido a todo?". Un grupo de Espectros se acerca por el suelo, levantando pequeñas nubes y piando entre sí. Se deslizan por los escombros, dejan platos limpios, recogen otros nuevos y se van otra vez. "Hay monstruos ahí fuera... a los que un ser sin Luz no puede ni soñar con abatir". "La vida es dura". San se pone en pie para llenar la parrilla de carne con carne de cerdo. "Los que podamos ayudar, debemos hacerlo". "Me preocupa todo el potencial desperdiciado". Osiris se hace disimuladamente con un trozo de carne para su plato. "Deberías ir a ver al Orador. Quizá pueda ayudarte a encontrar tu camino". Osiris resopla. "No creo que tenga las respuestas que necesito". "¿Qué te apuestas?". San-14 le da la vuelta a la carne con la mano. "Yo no apuesto". Osiris calla y observa por encima del hombro. Saguira se coloca en formación con los otros Espectros. Danzan por el aire, llevándose platos vacíos de mesas improvisadas. "¿Es un buen hombre?". "Daría mi vida por él". "Mm". "Todo esto", San-14 señala con los brazos las orillas de la Ciudad, "es un respiro. La gente se encuentra mejor si tienen un momento para respirar". "¿Eso crees?". "Sí, y creo que acabarás dándome la razón". Los Espectros se mueven en círculos. Saguira ríe. "Tal vez. Gracias por la comida, San-14". "¡De nada!". Ambos comen. Osiris relaja los hombros. "¿Te sabe a quemado?". "No".

8: El efecto observador
Historia
San-14 se abre paso a través de penachos de lana a la deriva, teñidos en patrones policromáticos ahora desteñidos. Un destacamento de la orden Cortafuegos había sobrepasado los límites de control en el valle y, cuando les presionaron, se negaron a ceder terreno. Echaron a perder su valía, fútil. Ocho cuerpos. Faltaba uno. Emerge en lo alto de una cresta de la frontera oeste, con flecos de lana todavía colgando de su armadura como mechas caleidoscópicas. Las municiones detonan en el cielo abierto, a su espalda. Los rayos rugen, en respuesta. La Ciudad aún no está perdida. Ocho guardianes yacen sin Luz, sus cuerpos espalda contra espalda, en un lecho de enemigos rotos y tierra quemada. Los caídos los rodean como buitres. En el caos, sus Espectros habían subido a la cima sin que los detectaran. San-14 los observa deslizarse con rapidez y por lo bajo. Calcula la ruta por la inclinada cresta hacia un pequeño cráter en el borde donde podría encontrarlos. Su atención se fija en el cráter. La novena. Elriq. Estaba a salvo y sola, escondida. San llega hasta el cráter junto a Elriq y su terror y sorpresa se transforman en alivio. "¿Estás bien?". "Sí". Su Espectro está herido, pero vivo. "Abriremos un camino y se volverán a alzar". El aire se abre de golpe sobre los caídos. Los más cercanos acaban incinerados. En su lugar, la Luz dorada de Osiris brilla con intensidad. La explosión rompe la barrera de un capitán vecino y los tira al suelo a una gran velocidad. Se escuchan silbidos y rugidos. Los fusiles voltaicos lanzan descargas hacia el cielo. Una lluvia de fuego los dispersa. Sus movimientos cortan cintas doradas en sus filas. La desorientación se transforma en pánico y uno tras otro acaban consumidos por las llamas. "Llévatelos al infierno, cabrón demente". San mira a Elriq. "¿Estás lista?". "No puedo". Osiris desvía un momento la mirada hacia los Espectros. Clic. Casi habían llegado a la cima. Clic. Dio media vuelta, con la palma en llamas. Clic. El capitán, ahora en pie, dispara toda su furia con el cañón calcinante. La explosión desgarra la imagen de Osiris en un resplandor, esparciendo Luz por el valle, tallada en vidrio fundido. Más caídos inundan el valle. "Te necesitamos, titán". "No puedo morir otra vez". "Pues no moriremos". San comprueba el cargador. Una serie de pequeñas Luces parpadean sobre la ladera de la cresta. "¡Guardianes!". Ella se incorpora y los cuenta. Ocho vidas. Ocho que cargarían con muchísimas más. "No pude...". "Es una nueva decisión". San-14 sale del cráter. "Tan solo eres lo que quieres ser". Elriq se pone en pie. "Escondeos ahora, pequeños. Vamos a traer de vuelta a vuestros guardianes".

9: Desbordados
Historia
Osiris arde, un semblante que aúlla contra el firmamento en un cielo cargado de hollín. Se comprime, una noche interminable. Esferas de luz se mueven frenéticas y zumban; los nervios cargados aprietan sus músculos y sus huesos. Innumerables marionetas de oro reluciente se apresuran para reforzar las brechas en la defensa de la Ciudad bajo sus órdenes. El este, debajo de él, atravesado por olas de exaltados caídos y sus clamores. El frente no se había roto, solo se había desplazado. Osiris dirige sus proyecciones hacia esa dirección. Una pequeña escuadra mantiene la línea. Osiris se da la vuelta. El desafío dorado se mueve para detener el impulso de los caídos. Una proyección hace contacto visual con una titán. Ella asiente y, con fluida elegancia, la proyección la eleva hacia el cielo. Invoca una tempestad que atraviesa los muros de la ciudad y dispersa la fuerza que avanza. Shaxx, por debajo, grita en la distancia. Varias esferas se rompen. El cielo se extiende hacia una noche sin estrellas, un olvido invade las fronteras de la mente de Osiris en una omnipresencia asfixiante. Las lindes. La Luz se extiende tenuemente. Bajo coacción. Nunca es suficiente. El oeste se doblega. La transferencia, instantánea. Osiris sigue con Infernal. Éter y fuego se envuelven entre sí en una estela cenicienta. Ve ocho luces escalando la cresta. Clic. Un guardián solitario se estrella contra el horizonte de la cima. Clic. Sobrevivirán. Clic. Se da la vuelta, con la palma extendida... El norte se doblega. Le arden los nervios. El tono dorado de la Ciudad se oscurece. Solo un momento de exhalación. El norte se quiebra. Las armas desgarran el muro. Allí llega. Dos cazadoras resisten. Una dispara rayos de luz solar de su fusil, envuelto en llamas. La segunda danza entre oponentes, sus hojas de pureza de arco. Nadie podrá con ellas. Sus proyecciones se movilizan para cortar el paso. Cadáveres entre los escombros. Refugiados de la brecha este atrapados por la explosión. Sus muertes ocuparon su mente a través de veinte ojos dorados, grabando la escena en su totalidad. Osiris peinaba el frente del norte, en Luz dorada. Observó el muro derrumbado. A través de la grieta, la mente inútil, eclipsada por el precipicio eterno. Lleno de amenaza. Ojos que miran hacia abajo, goteando, hambrientos, esperando inundar esta última esperanza con una profundidad cada vez mayor. Incluso ahora, cuando los frentes caídos se rompen contra la Luz, otros observan desde profundos huecos sin estrellas. Si no es este, será otro. La presa fallará, como todas lo acaban haciendo. Pero de momento, el sur se doblega... y todavía puede purificarse con fuego.

10: Historias de la guerra
Historia
Geppetto: Ya no hay interferencias en la frecuencia de comunicación. Hola, comando de operaciones. Bienvenidos a... Shaxx: AQUÍ SHAXX, ¡EL ENEMIGO SE RETIRA! Osiris: El muro norte se mantiene... Me necesitan. San-14: ¿Shaxx? ¿Hola? Los frentes del oeste están despejados. Aquí San-14. Shaxx: ¡INCREÍBLE! NOS MOVILIZAMOS AL SUR. Saladino: Hemos interrumpido la marcha de los caídos en el sur. La Ciudad resiste. El silencio permanece solo un instante... Shaxx: PENSABAN QUE IRRUMPIRÍAN AQUÍ Y NOS MATARÍAN A TODOS. El grupo ríe. Saladino: Sí. Osiris: Todas las escuadras presentes. Sin bajas. San-14: Gracias a ti y a mi amiga, Elriq. Deberíais haberla visto. Salvó a ocho Lucecitas. Arremetió contra docenas de caídos conmigo. Rayos, balas... fue impresionante. Elriq: Eres muy amable. Ha sido un honor luchar a tu lado. Shaxx: ¿DOCENAS? Saladino: Estoy impresionado, San. ¿Cuántas muertes te ha costado tal hazaña? San-14: No morí. Elriq me cubrió a la perfección... Shaxx: NO TE CREO. San-14: Porque tú sí que has muerto, ¿no? Me han dicho que los caídos se cargaron tu cuerno. Shaxx: ¿Quién te lo ha dicho? Elriq: Doy fe de lo que dice San. No ha muerto. San explota en carcajadas. Shaxx: SI TODOS PUDIÉRAMOS PARECERNOS A TI, SAN... San-14: Como he dicho, me han cubierto con gran destreza. Osiris: No sé cuántas veces he muerto. Presencié la batalla a través de los ojos de la Ciudad. Estábamos desbordados. En la cuerda floja. San-14: Hermano, has luchado con valentía. Deberías estar orgulloso. Sin ti, habríamos caído. Osiris: Algunos lo han hecho.

11: Respiro
Historia
En el perímetro de los muros erguidos, separados del resto de la Ciudad, pequeñas granjas brotan de un suelo rico en guerra y siembran hileras verdes a través de zonas aradas. Las vides sinuosas cual serpientes enredan los restos de armazones de guerra, abandonados hace mucho tiempo. Las semanas transcurridas desde los Seis Frentes habían sumido la ciudad en una rara pausa. Las flores silvestres se llenan de brotes a la Luz del Viajero. Pronto llegarían las lluvias. Los tejidos holgados del verano que hacen bailar los colores al sol dieron paso a la lana texturizada y las capas aislantes. Las borlas esmeraldas ondean al viento sobre postes de hierro, creando una amplia fila de semillas para las festividades del día siguiente. Ikora lleva a los ciudadanos a participar en la conmemoración. San levanta el yugo de sus hombros y se sonríen el uno al otro. No esperaba que tantos pasearan a lo largo de la fila de semillas con ellos antes de la festividad. San saluda a cada transeúnte cuando entran a los terrenos. Algunos le dan la mano, otros le agradecen. Algunos llevan cintas violetas que atan en su estructura metálica. Los pájaros cantan en las zonas más altas de los muros. Zavala mueve los postes finales con borlas para formar un círculo de Wardclash. Shaxx se mantiene petrificado ante un enjambre de niños, todo su ser paralizado mientras relata momentos de heroísmo con detalles exagerados. Ana introduce cohetes solares en farolillos y los coloca al frente de la fila de semillas para los juerguistas. Osiris está ausente, ansioso por esas predilecciones insaciables que lo llevan a preocuparse. El mundo ha crecido a su alrededor. San observa a los ciudadanos esperar su turno en la cola de semillas. Estas se esparcen por encima de cada uno de ellos y el viento conduce sus farolillos a través de los campos y sobre los muros. Un resplandor ardiente irrumpe en el rojo atardecer mientras la gente completa el circuito y regresa a casa. Los guardianes terminan los preparativos y se marchan a sus puestos nocturnos. La actividad da paso a la quietud. "¿Alguien a quien quieras recordar?". Ana le alcanza a San un farolillo vacío. Le da vueltas en las manos. "¿Qué harás cuando venzamos a la Oscuridad? ¿Cuando reine la paz?". "No lo sé". Ana suspira. "¿A veces piensas en los otros trece? Yo sí, de vez en cuando". "Estoy feliz con catorce". Ana le aprieta el hombro. "Yo también, San-14". Y esparce un puñado de semillas sobre él. "Asegúrate de seguir la senda. Está oscureciendo". Le sonríe. "Gracias, Anastasia". Ana asiente. "Para que lo sepas: mejor Ana", le responde y pone rumbo de vuelta a la Ciudad. San-14 rellena el farolillo con Luz de vacío y sigue la senda. "Por Marin". Se sienta. Las palomas se posan sobre él para hacerse con las semillas. Observa el farolillo hasta que ya no puede distinguirlo de las estrellas. "Qué pájaros tan simpáticos. Me alegra que hayáis encontrado un hogar aquí".

12: Márgenes - Parte I
Historia
Osiris está sentado en el pequeño jardín de piedra bajo el Viajero. Sus intentos de comunión han fracasado. Había visto al Orador erguirse ahí mismo durante horas. Ikora había accedido, a regañadientes, a aparecer en su lugar para la Conmemoración. Fue escueta, pero en el fondo sabe que las victorias han inspirado despreocupación. Existe una presión inminente y abrumadora. Una soga al acecho de un traspiés. Un juego delicado. Las fogatas proyectan sombras. Siluetas distraídas que pasan frente a sus ojos y rompen su concentración. Osiris respira. Los jardines de piedra son espacios infinitos. Los confines muestran un horizonte arrasado. Respira. Está solo en el vacío. Sin intrusiones. Hay un punto en la profundidad. Un punto al que no puedes mirar directamente. Ahonda. Adéntrate. Más. Aun así, es solo un punto en la profundidad sombría. La nada. Expansiva. Osiris se sumerge para adquirir otra perspectiva. El punto sigue ahí. Es tan tenue. Distante. Aunque sabe que puede vislumbrar la Luz. Su alcance se estira un poco. La claridad, en el espacio entre la mano y el punto. El punto blanco hueso. Ahora se apaga. Era la omnipresencia. Reconocimiento hambriento. Vasto. Él mismo contra la inmensidad, una media noche cerrada e incesante. Y un punto solitario.

13: Márgenes - Parte II
Historia
"Me alegra verte aquí. ¿Puedo sentarme?", dice. Un ruido despreciable. El jardín de piedra está presente. Él está presente. El Viajero, un monarca contra la lúgubre tinta crepuscular. "Como gustes". Osiris se pone en pie. "Quédate". Osiris se detiene. Se gira hacia el Orador. La Luz del Viajero baña el tono blanco hueso de su máscara. "¿Necesitas algo?". "Hay mucho movimiento en la Ciudad. Hacía tiempo que no hablábamos". Osiris guarda silencio. Mira al Viajero. Hay una presión abrumadora. "¿Qué te aflige?". El Orador se acerca a Osiris. Osiris inspira con fuerza. "¿Has leído mis informes?". "Por supuesto". El Orador relaja el cuerpo. "Aprecio tu consejo". "Estuvimos tan cerca. Un instante en el lugar equivocado". Osiris mira al Orador. El Orador asiente. "Sí. Pero la Luz te mostró el camino". Una soga al acecho de un traspiés. "No vi al Viajero en los Seis Frentes". Osiris parece pequeño al lado del Viajero. "Sí que lo hiciste, hijo mío. Era el fuego que salvó a tus hermanos y hermanas. Era los rayos de arco que abrieron brechas en sus ejércitos. Los escudos violetas que aguantaron la posición...". "No romantices la situación. Blandimos armas". El Orador niega con la cabeza. "La Luz te blande a ti, Osiris. Eres lo que consigues de ella. Una gloriosa extensión de su esplendor, en muchos sentidos". Osiris mantiene un mismo tono al hablar. "Entonces le agradecería que me hablara con más claridad. Que me dirigiera mejor". El Orador tuerce la cabeza. "¿Sin voluntad? Entonces nada lo diferenciaría de la Oscuridad". "Solo le pido que me guíe, hemos entrado en un juego muy delicado". La voz de Osiris destila angustia. Regio de nuevo, el Orador se mueve hacia el jardín de piedra. "¿Te sientas conmigo?".

14: El patrón
Historia
Los caminos de piedra guían a San-14 por la Ciudad. La mayoría de los días, pasea por ellos cuando va a casa. Si goza de tiempo. La gente lo saluda. Vitorean. Le entregan ofrendas de apoyo y adoración. Pan. Fichas. Borlas maravillosamente tejidas y bandas de un tono morado majestuoso. Su nombre se ha convertido en un sinónimo de guardián. Un ejemplo que seguir, alguien a quien venerar. Él sonríe y sacude las manos. Sonríe y acepta los regalos. La alegría de todos es también la suya. Siente el peso del lazo real alrededor del cuello, que tira con firmeza ante la expectación. Su armadura es seguridad. Se desliza y se afloja al paso. Cantan juntos. Comparte el pan con el coro de voces. Adorna sus cabellos con lazos. Su alegría es también la de todos. Le cantan una nueva canción. Sus voces brillan con fuerza.

15: El pastor
Historia
Padre e hijo se yerguen en lo alto de la Torre. La Ciudad florece ante sus ojos, irradiando hacia el exterior un sentimiento animado desde debajo del Viajero. Los Seis Frentes fueron un grito de guerra que sonó para conducir a la humanidad hacia su próximo gran propósito. Miles llegaron ante las puertas de la Última Ciudad en busca de fe por las muchas promesas que la esperanza les susurró durante las largas noches muertas. "¿Imaginaste que sería así la primera vez que vinimos?". San-14 se apoya sobre la barandilla de la Torre. El Orador observa desde arriba las bulliciosas calles de la Ciudad. "No en tan poco tiempo, pero siempre supe que lo conseguiríamos". "¿Recuerdas la primera vez que desperté?". "Yo sí". "Me dijiste que sería un ejemplo que los demás seguirían. ¿Cómo lo supiste?". "No lo supe, confié en tu potencial". El Viajero es dueño de la extensión azul, rayos de luz caen en cascada sobre su superficie hasta crear una cúpula centelleante contra las solitarias montañas lejanas. "A menudo pienso en las decisiones que tomamos. Si son o no las correctas. Si estarían de acuerdo aquellos a los que hemos perdido. Intento honrar su memoria". "Somos criaturas frágiles. También los exo. Mirar dentro de ti mismo es una buena cuestión". Atrapa los hombros de San-14 y lo insta a erguirse. "Aunque no pueda siquiera empezar a entender los sacrificios que has hecho por nosotros, puedo afirmar que esa pérdida forma parte de la dulzura de vivir". San asiente. "Me ha enseñado muchas cosas". Alza la cabeza. Observan el ir y venir de la Ciudad. "¿Qué harás cuando hayamos vencido?". El Orador, con paciencia, sopesa mentalmente las palabras. "Geppetto y yo exploramos kilómetros de tierra yerma antes de encontrar el Cosmódromo. Casi se había rendido". Se gira para mirar a San-14. "Esa lucecita sabía exactamente dónde encontrarte, una vez dio con el lugar donde buscar". El Orador ríe. "No hay un antes y un después, hijo mío. Lo intentamos, dudamos y crecemos. Es un único camino".

16: Política
Historia
"Osiris, lo siento. Ikora no puede ejercer tu papel". "Ikora, márchate, por favor". Ikora se dirige a él con un tono seco. "¿No es apropiado que el centro de la conversación esté presente?". "Que se quede si quiere. Merece saber el porqué". El Orador asiente ante Ikora. "Estoy de acuerdo", responde ella. "Vale". "Bien, entonces, Osiris...". "Deja que se enfrente al Consenso". Osiris se tranquiliza. "Es más que capaz de asumir mis responsabilidades y...", calla un instante. "Aquí está en buenas manos". El Orador se inclina hacia delante. "Osiris, no podemos permitirte escoger a tu sucesor. Tras muchas conversaciones, hemos conseguido llegar hasta donde estamos ahora. El Consenso espera mucho de la Vanguardia. Hay trabajo que hacer". "Orador, lo comprendo". Ikora... "Política". El Orador yergue su postura. "Acuerdos que mantienen la paz para así poder luchar por un futuro, juntos". "Ikora sería mi mejor representante. No es un reemplazo". "Debes estar presente para llevar a cabo tus obligaciones". Los ojos de Osiris se clavan en la máscara del Orador. "¿Cuál es mi obligación, sino proteger esta Ciudad? Somos un punto en la oscuridad. No podemos esperar a que nos alcance el peligro. Alguien debe enfrentarse a él". El Orador se pone en pie. "Lo haremos. A su debido tiempo, juntos". Osiris suspira. "Sé paciente...". Esa palabra destila una pizca de maldad.

17: El transeúnte
Historia
Geppetto-3-1-294: Hola, Saguira y hermano Osiris. Por favor, mantened abierto este canal de comunicación. Saguira-3-1-294: Oh, buena idea. Creemos una subred. Osiris-3-7-294: Me perderé el próximo encuentro. San-3-8-294: ¿Tú crees? Empecé a sospechar que pasaría algo así cuando tu viaje se alargó de pronto. Comunicaré a la Vanguardia que tu nave está dañada y se ha retrasado. No me hagas mentir por ti de nuevo. No me gusta mentir. Enfada a Geppetto. Por cierto, dile a Saguira que recuerdo su promesa y que me debe una si no la mantiene. Osiris-4-0-294: Saguira no es de las que apuestan. San-4-1-294: No es una apuesta. Es otra cosa diferente. Seguro que no te atosiga lo suficiente. Tardas una vida en responder a mis cartas. Intenta hacer lo que te pido, por favor. Creo que funcionará. Osiris-5-14-294: ¿Está bien Ikora? ¿Y tú? San-5-14-294: Estamos decepcionados, pero sobreviviremos. Padre no puede seguir dando la cara por ti. Osiris-5-14-294: Me defenderé solo. San-5-17-294: Menudo espectáculo. ¿Dónde estás? Osiris-6-2-294: En busca de respuestas. Hablamos pronto. Osiris-9-29-296: ¿Dónde estás?

18: La culpa
Historia
Viento solar La arena barre al llorar sobre roca. Tras cristal resquebrajar como toca. Tenías razón. Funcionó.

19: La reunión
Historia
San-14 observa las naves entrar y salir del hangar. La cadencia de embarcar y desembarcar de estas tiene su propio ritmo en el bullicio de la ciudad. Rutina. Práctica. Tranquilidad. Un visitante sube a bordo del Paloma Gris. Geppetto da media vuelta para dar la bienvenida. "Hola, hermano Osiris. Qué alegría verte. ¿Vienes con Saguira?". "Hola, Geppetto. Saguira está con Ikora". Osiris se sienta en la pasarela de Paloma Gris. Juega con un lazo entre los dedos. "Hola, San". "¿Osiris? No sabía si me encontraría con una de tus proyecciones esta vez". "Claro que no...". --- "Menudo altar te han construido. ¿Te estás muriendo?". San-14 ríe. "Me alegro de verte otra vez, hermano".